El vuelo de Mateo



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas, un niño llamado Mateo que siempre había soñado con volar.

Desde muy chico miraba al cielo con admiración, observando a los pájaros deslizarse entre las nubes y anhelando poder hacer lo mismo algún día.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, se encontró con un anciano sabio que le dijo: "Mateo, para lograr tu sueño de volar, debes aprender la diferencia entre los actos humanos y los actos del hombre". El niño quedó perplejo ante estas palabras y decidió seguir el consejo del anciano. Así comenzó su aventura en busca de la sabiduría.

En su camino se topó con diferentes personajes que representaban los actos humanos y los actos del hombre. Conocía a personas egoístas que solo pensaban en sí mismas (actos humanos) y a otras generosas que ayudaban desinteresadamente a los demás (actos del hombre).

En su travesía, Mateo también enfrentó pruebas difíciles donde tuvo que elegir entre seguir sus impulsos egoístas o actuar con bondad hacia los demás. En cada decisión tomada, aprendió valiosas lecciones sobre la importancia de ser solidario, empático y comprensivo.

Finalmente, después de muchas peripecias y desafíos superados, Mateo llegó a la cima de la montaña más alta del pueblo. Allí se detuvo a contemplar el paisaje y reflexionar sobre todo lo vivido.

Fue entonces cuando entendió la enseñanza del anciano sabio: los actos humanos son aquellos impulsados por el egoísmo y la indiferencia, mientras que los actos del hombre son aquellos guiados por el amor, la generosidad y la empatía hacia los demás.

Y así fue como Mateo descubrió que para volar no necesitaba alas físicas, sino un corazón noble capaz de elevarse por encima de las limitaciones terrenales.

Desde ese día en adelante, se convirtió en un ejemplo para todos en el pueblo, inspirando a otros a seguir el camino de los actos del hombre y propagando así la semilla de la bondad por doquier.

FIN.

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