El vuelo de Mateo


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Mateo que soñaba con volar alto como un pájaro.

Todos los días observaba con admiración a las aves planeando en el cielo y deseaba poder hacer lo mismo. Un día, mientras paseaba por el bosque cerca de su casa, Mateo encontró a una lechuza herida. Sin dudarlo, decidió llevarla a su hogar y cuidarla hasta que se recuperara.

Durante semanas, Mateo se dedicó con amor y paciencia a curar a la lechuza, alimentándola y protegiéndola. Finalmente, la lechuza sanó gracias al cuidado de Mateo y cuando estuvo lista para volar nuevamente, algo mágico sucedió.

La lechuza miró a Mateo agradecida y con un destello en sus ojos, comenzó a transformarse. De repente, ante los ojos asombrados del niño, la lechuza se convirtió en un hada radiante.

"¡Gracias por tu bondad y tu valentía al cuidarme! Como recompensa por tu buen corazón, te concederé un deseo", dijo el hada con voz melodiosa. Mateo no podía creer lo que veía pero sabía exactamente qué pedir. Con determinación en su mirada, dijo: "Deseo poder volar como las aves".

El hada sonrió y agitando su varita mágica hizo que aparecieran unas preciosas alas doradas frente a Mateo. El niño las tomó emocionado y sintió cómo su cuerpo se elevaba lentamente del suelo.

¡Estaba volando! Durante días enteros, Mateo surcó los cielos junto a las aves, viviendo aventuras increíbles y descubriendo paisajes maravillosos desde las alturas. Pero pronto empezó a extrañar la tierra firme bajo sus pies y decidió regresar al hogar.

"¿Por qué decides renunciar a algo tan maravilloso como volar?", preguntó el hada sorprendida. "Porque aunque ame volar alto como un pájaro, mi verdadero lugar está aquí abajo donde puedo ayudar a quienes lo necesitan", respondió Mateo con sabiduría.

El hada comprendió la nobleza del corazón de Mateo y orgullosa de él decidió dejarle un regalo especial: unas plumas mágicas que le permitirían llamarla cada vez que quisiera sentir el viento en su rostro mientras volaba.

Y así fue como Mateo aprendió que los sueños pueden hacerse realidad si vienen acompañados de generosidad y humildad. Desde entonces, cada vez que sentía nostalgia por el vuelo libre entre las nubes agitaba sus plumas mágicas y el hada acudía para llevarlo de nuevo al cielo infinito donde todo era posible.

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