El vuelo de Mateo
Había una vez en un bosque encantado, un pequeño zorrito llamado Mateo que siempre soñaba con volar. A diferencia de otros zorros, a Mateo no le interesaba cazar conejos ni jugar a las escondidas en el bosque.
Lo único que quería era poder surcar los cielos como lo hacían los pájaros. Un día, mientras paseaba por el bosque, Mateo se encontró con Luna, una lechuza sabia y amable que vivía en un árbol centenario.
Luna notó la tristeza en los ojos de Mateo y decidió acercarse a él para preguntarle qué le sucedía. "¿Qué te preocupa, pequeño zorrito?", preguntó Luna con ternura.
Mateo levantó la mirada hacia la imponente lechuza y confesó su deseo de volar como los pájaros. Luna sonrió comprensiva y le dijo:"Querido Mateo, aunque no tengas alas como las mías, siempre puedes encontrar una forma de alcanzar tus sueños.
"Inspirado por las palabras de Luna, Mateo decidió emprender un viaje en busca de su anhelo de volar. Durante su travesía conoció a diferentes animales del bosque que lo ayudaron a descubrir sus propias habilidades.
El mapache le enseñó a escalar árboles altísimos, el búho le mostró cómo planear silenciosamente durante la noche y la mariposa le reveló el secreto de la paciencia. Con cada aprendizaje, Mateo se sentía más cerca de su objetivo.
Hasta que finalmente llegó al claro del bosque donde se alzaba el Árbol Mágico, conocido por conceder deseos a quienes demostraban valentía y perseverancia. Ante la imponente presencia del Árbol Mágico, Mateo cerró los ojos con fuerza y formuló su deseo más profundo: volar alto como los pájaros.
De repente, una luz brillante envolvió al pequeño zorro y cuando abrió los ojos, descubrió que había crecido unas hermosas alas doradas en su espalda. Lleno de emoción y gratitud, Mateo extendió sus nuevas alas y se elevó por los cielos entre risas y júbilo.
Desde lo alto pudo ver todo el bosque extendido ante él; sintió la brisa acariciando su pelaje y supo entonces que nunca más dejaría de volar.
Y así fue como Mateo comprendió que no importa cuán imposible parezca un sueño si uno cree en sí mismo y está dispuesto a esforzarse para lograrlo. Porque en cada uno de nosotros hay una fuerza especial capaz de llevarnos hasta lo más alto.
Y colorín colorado este cuento ha terminado pero recuerda ¡nunca detengas tus sueños!
FIN.