El vuelo de Mateo y la mariposa estelar
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Mateo que soñaba con volar alto y alcanzar las estrellas.
Desde que era muy chico, miraba al cielo todas las noches y se preguntaba cómo sería sentirse tan cerca de ellas. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, encontró a una mariposa herida en el suelo. Sin dudarlo, la levantó con cuidado y decidió llevarla a su casa para curarla.
Pasaron los días y Mateo cuidaba de la mariposa con tanto amor que pronto pudo verla volar nuevamente. La mariposa, agradecida por la bondad de Mateo, le dijo: "Gracias por ayudarme cuando más lo necesitaba.
Como recompensa, te concederé un deseo". Mateo no lo podía creer y emocionado pidió: "Quiero volar como tú, hacia las estrellas". La mariposa sonrió y le dio unas alas mágicas a Mateo. "-Ponte estas alas y cree en ti mismo.
Solo así podrás llegar tan alto como desees", le dijo antes de desaparecer entre las flores del jardín. Mateo se colocó las alas mágicas y empezó a correr por el campo hasta que sintió que podía elevarse en el aire.
Con cada paso que daba, subía un poco más alto hasta que finalmente logró alzar el vuelo. Volando entre nubes rosadas y doradas, Mateo se sentía libre como nunca antes lo había hecho.
Miraba hacia abajo y veía su pueblo diminuto bajo sus pies mientras se acercaba cada vez más a las estrellas. De repente, una ráfaga de viento fuerte sacudió a Mateo y lo hizo perder el equilibrio en pleno vuelo.
Comenzó a caer en picada sin poder controlarse hasta que recordó las palabras de la mariposa: "Cree en ti mismo". Con todas sus fuerzas mentales concentradas en ese pensamiento positivo, Mateo logró enderezarse en el aire justo a tiempo para evitar caer al suelo.
Recuperando la confianza en sí mismo, continuó su ascenso hacia las estrellas con determinación. Finalmente, llegó tan alto como siempre había deseado y pudo tocar una estrella brillante con la punta de sus dedos.
Una sensación cálida invadió su corazón mientras escuchaba una voz dulce decirle: "Has demostrado tener valentía y fe en ti mismo. Nunca olvides que los sueños pueden hacerse realidad si crees en ellos".
Desde ese día, Mateo siguió volando entre las estrellas cada noche recordando la lección aprendida: nunca hay que dejar de creer en uno mismo para alcanzar cualquier meta u objetivo por difícil o imposible que parezca. Y colorín colorado este cuento ha terminado pero recuerda ¡nunca dejes de soñar!
FIN.