El vuelo de Mila


Había una vez, en lo más profundo de un pantano, una mariposa sin alas. Esta mariposa se llamaba Mila, y aunque no podía volar como las demás mariposas, tenía un corazón valiente y curioso.

Un día soleado, mientras Mila estaba posada sobre una flor, observó a unas orugas que se arrastraban por el suelo con dificultad.

Se acercó a ellas y les preguntó:- ¿Por qué se mueven tan lentamente? Las orugas respondieron en coro:- No sabemos cómo hacerlo de otra manera. Somos así desde siempre. Mila sintió compasión por ellas y decidió ayudarlas. Les propuso enseñarles a tejer un capullo para que pudieran transformarse en hermosas mariposas.

Las orugas aceptaron emocionadas la propuesta de Mila y juntas comenzaron a trabajar en sus capullos. Con paciencia y dedicación, Mila les enseñó cada paso del proceso. Día tras día, las orugas iban tejiendo sus capullos con esmero y entusiasmo.

Mila las alentaba con palabras de apoyo y les recordaba lo hermosas que serían cuando finalmente salieran como mariposas. Finalmente, llegó el momento esperado. Una a una, las orugas emergieron de sus capullos transformadas en coloridas mariposas.

Al ver sus alas brillantes y poder volar por los cielos, las nuevas mariposas no podían contener su alegría. - ¡Gracias, Mila! -exclamaron emocionadas-. Gracias por creer en nosotras y darnos la oportunidad de ser quienes realmente somos.

Mila sonrió feliz al ver a sus amigas cumplir su sueño de volar. Aunque ella misma no tenía alas, había encontrado una forma diferente de volar: ayudando a otros a descubrir su verdadero potencial.

Desde ese día, Mila siguió recorriendo el pantano ayudando a quienes lo necesitaban, demostrando que no importa cuáles sean tus limitaciones; siempre hay una manera de brillar y hacer la diferencia en el mundo.

Y así fue como la mariposa sin alas se convirtió en el faro de esperanza para todos los habitantes del pantano.

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