El Vuelo de Nacho



En un pequeño pueblo argentino, había un niño llamado Nacho. Siempre tenía la cabeza en las nubes, soñando con aventuras de héroes y dragones. Sin embargo, en la escuela, le costaba concentrarse y aprender como sus compañeros. Los números se volvían confusos y las letras se mezclaban en su mente. Nacho, a veces frustrado, se preguntaba por qué le resultaba tan difícil seguir el ritmo de la clase.

Un día, su maestra, la señorita Lara, notó que Nacho tenía dificultades. Era una mujer paciente y comprensiva, que siempre sabía cómo hacer que sus alumnos se sintieran especiales. Un día, mientras todos los chicos jugaban en el recreo, la señorita Lara se acercó a Nacho.

"Nacho, he notado que te cuesta concentrarte en clase. ¿Te gustaría que trabajemos juntos en esto?" - le preguntó, con una sonrisa alentadora.

Nacho sintió que su corazón daba un vuelco. Nadie había intentado ayudarlo de esa forma antes.

"¿De verdad?" - contestó con un hilo de esperanza en su voz.

"Claro que sí. Todos tenemos diferentes maneras de aprender y yo quiero ayudarte a encontrar la tuya." - respondió la maestra.

En los días siguientes, la señorita Lara y Nacho comenzaron a trabajar juntos. La maestra traía juegos y actividades que hacían que las lecciones fuesen divertidas. Usaban pelotas de colores para contar, y las letras de un croma para armar palabras en el patio. Con cada nueva técnica, Nacho comenzaba a sentir que estaba descubriendo un mundo nuevo.

"¡Mirá, señorita, puedo contar hasta diez usando las pelotas!" - exclamó Nacho un día, con los ojos brillantes de emoción.

"¡Eso es maravilloso, Nacho! Y, ¿qué tal si ahora probamos a escribir la historia de un dragón?" - sugirió la maestra.

Nacho, entusiasmado, pasó toda la tarde escribiendo sobre un dragón que podía volar por sobre las nubes. Era su historia favorita, una mezcla de fantasía y realidad que lo hacía brillar de felicidad.

Pero un día, mientras todos estaban en clase, la nieve comenzó a caer por la ventana. Los chicos se distrajeron y la atención de Nacho fue hacia afuera.

"Miren la nieve, señorita Lara!" - gritó Nacho, incapaz de concentrarse en la lección.

La maestra sonrió, comprendiéndolo.

"Nacho, ¿qué tal si hacemos un pequeño proyecto sobre la nieve? Cada uno puede traer un dibujo o algo relacionado." - propuso la señorita Lara.

Los alumnos se entusiasmaron con la idea, y Nacho se sintió feliz porque podía aportar. Se pasó la tarde diseñando un enorme cartel sobre cómo hacer un muñeco de nieve, utilizando colores brillantes para captar la atención de todos.

Cuando llegó el día de la presentación, Nacho estaba nervioso. Sin embargo, cuando vio a sus compañeros sonreír al ver su trabajo, su ansiedad se desvaneció.

"¡Esto es increíble, Nacho!" - comentó su amigo Simón, mientras admiraba el cartel.

El día de la presentación, Nacho habló con confianza sobre su cartel.

"Hice un muñeco de nieve que se llama Pepito. Tiene una nariz de zanahoria y ojos de botón. Y si lo abrazas, se siente calientito. A todos los niños les gusta jugar con Pepito en el invierno." - contaba mientras sus compañeros aplaudían.

La señorita Lara, emocionada, se acercó.

"Nacho, estoy tan orgullosa de ti. Has aprendido a usar tu creatividad y tu voz. Estos son grandes pasos hacia adelante." - dijo ella, sintiendo que su trabajo estaba dando frutos.

El curso terminó, y al final de año, Nacho recibió un diploma por esfuerzo y superación. El día de la entrega, la madre de Nacho recordó el camino recorrido y las veces que su hijo había llorado por no poder aprender. Ahora, su sonrisa iluminaba la sala mientras él, con su certificación en mano, se sentía un héroe por un día.

"¡Lo logré, mamá!" - exclamó Nacho, corriendo hacia ella.

"Sí, hijo. Lo hiciste. Siempre creí en ti." - respondió su madre, con ojos llenos de lágrimas de felicidad.

Y así, Nacho aprendió que con amor, esfuerzo y la ayuda de quienes creen en uno, se pueden superar muchos obstáculos. Un día, volaría alto como el dragón en su historia, porque había descubierto la fuerza que llevaba dentro.

El final de este capítulo era solo el comienzo para Nacho, quien, con la ayuda de su maestra, había descubierto que aprender también podía ser divertido y emocionante.

FIN.

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