El vuelo de Pipo



Había una vez, en un hermoso jardín de la provincia de Misiones, un picaflor llamado Pipo. Pipo era conocido por ser el más alegre y juguetón de todos los pajaritos del lugar.

Siempre estaba revoloteando de flor en flor, buscando el néctar más dulce y colorido. Un día, mientras volaba despreocupadamente por el jardín, Pipo se distrajo con una mariposa que pasó volando cerca de él.

Sin darse cuenta, se alejó demasiado del jardín y se perdió en medio del bosque. Pipo intentó encontrar su camino de regreso al jardín, pero todo parecía igual: árboles altos y frondosos por todas partes. Desesperado, comenzó a buscar ayuda entre los animales del bosque.

"¡Hola! ¿Alguien sabe cómo volver al jardín?", preguntaba Pipo a cada animal que encontraba. "Lo siento amigo picaflor, no te puedo ayudar", respondían todos. Desanimado y triste, Pipo decidió descansar sobre una rama para pensar qué hacer.

Fue entonces cuando escuchó un canto melodioso proveniente de lo alto de un árbol cercano. Curioso por saber quién cantaba tan bonito, Pipo voló hasta la copa del árbol y vio a un búho sabio llamado Don Oscar.

"¿Puedes ayudarme a encontrar mi camino de regreso al jardín? Me he perdido", le dijo Pipo al búho. Don Oscar sonrió sabiamente y respondió: "Claro que sí pequeño picaflor, pero para hacerlo necesitarás aprender a orientarte".

El búho sabio enseñó a Pipo cómo usar el sol y las estrellas como guías para encontrar su camino. Le mostró cómo los rayos del sol siempre apuntan hacia el este por la mañana y hacia el oeste por la tarde.

"Recuerda siempre mirar al sol y seguir su dirección", le dijo Don Oscar mientras Pipo asentía con entusiasmo. Lleno de gratitud, Pipo siguió los consejos del búho sabio y emprendió su vuelo de regreso al jardín. Miraba atentamente al sol, asegurándose de no perderse nuevamente.

Pasaron horas volando, hasta que finalmente Pipo divisó un destello de colores entre los árboles: ¡era el jardín! Lleno de alegría, se acercó rápidamente y encontró a sus amigos pajaritos preocupados por él.

"¡Pipo! ¡Estábamos tan preocupados! ¿Dónde te habías metido?", exclamaron todos al verlo. "Me perdí en el bosque, pero gracias a Don Oscar aprendí a orientarme con el sol y encontré mi camino de regreso", respondió Pipo emocionado.

Desde ese día, Pipo se convirtió en una especie de guía para todos los pajaritos del jardín. Les enseñaba sobre la importancia de saber orientarse y les recordaba que nunca debían alejarse demasiado sin tomar precauciones. Y así fue como nuestro querido picaflor perdido se convirtió en un héroe del jardín.

Siempre recordaremos la valiosa lección que nos enseñó: nunca te rindas, incluso cuando parezca que estás perdido, siempre hay una forma de encontrar el camino de regreso a casa.

FIN.

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