El vuelo de Said



Said vivía en un pequeño pueblo rodeado de verdes campos y altas montañas. Desde muy pequeño, mostró un gran interés por aprender cosas nuevas y descubrir el mundo que lo rodeaba.

A diferencia de los demás niños del pueblo, a Said no le gustaba pasar todo el día jugando; prefería observar las estrellas, leer libros y hacer preguntas sobre todo lo que veía.

Un día, mientras ayudaba a su abuelo en el campo, vio volar por el cielo a un par de pájaros cantores. Quedó maravillado con su libertad y gracia al desplazarse por el aire. Esa noche, Said no pudo dormir pensando en cómo sería volar como los pájaros.

Al día siguiente, Said decidió construir unas alas con ramas y plumas que encontró en el bosque cercano. Con mucha paciencia y dedicación, logró crear unas hermosas alas que se ajustaban perfectamente a su espalda.

Al ponérselas, corrió hacia la cima de una colina y saltó intentando volar. "¡Voy a volar como los pájaros!", exclamó emocionado Said mientras caía al vacío.

Por suerte, unos metros antes de tocar el suelo, algo increíble sucedió: las alas comenzaron a moverse solas y Said se elevó lentamente por los aires. Su corazón latía con fuerza mientras experimentaba la sensación única de surcar el cielo. "¡Estoy volando! ¡Estoy volando!", gritaba emocionado mientras sobrevolaba los campos y saludaba a los sorprendidos habitantes del pueblo.

Todos quedaron asombrados al ver a Said volar tan alto y tan libre como un pájaro. Los niños corrían detrás de él admirados, mientras las mujeres levantaban sus faldas para agitarlas como banderas de alegría.

Sin embargo, cuando parecía que nada podría salir mal, una ráfaga de viento fuerte hizo tambalear las frágiles alas improvisadas por Said. El niño comenzó a descender rápidamente hacia la tierra hasta que finalmente cayó al suelo con un golpe sordo.

"¡Ayuda! ¡Me duele!", exclamó Said entre lágrimas mientras todos se acercaban preocupados. Afortunadamente, no sufrió ninguna lesión grave gracias al blando césped que amortiguó su caída.

A pesar del susto inicial, la valentía y determinación de Said inspiraron a todos en el pueblo. Desde ese día en adelante, Said entendió que aunque no pudiera volar físicamente como un pájaro con simples alas hechas por él mismo; podía alcanzar sus sueños si trabajaba duro para lograrlo.

Aprendió que la verdadera libertad venía del esfuerzo propio y la perseverancia ante cualquier obstáculo.

Y así fue como el niño llamado Said siguió creciendo entre risas y aventuras en aquel pequeño pueblo donde todos recordaban aquella vez inolvidable en la cual creyeron verlo volar alto hacia sus sueños más grandes.

FIN.

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