El vuelo de Tito



Érase una vez en un pequeño pueblo de Argentina, vivía un perro llamado Tito. Tito era un perro muy especial, siempre soñaba con volar como los pájaros.

Pasaba horas y horas mirando el cielo azul y sus alas se movían al ritmo del viento. Un día soleado, mientras Tito caminaba por el parque, vio a un grupo de niños jugando con cometas. Sus ojos se iluminaron al instante y su cola comenzó a moverse frenéticamente.

Se acercó lentamente hacia ellos y les preguntó:"¿Podría yo también volar como esas cometas?"Los niños se rieron al escucharlo y uno de ellos respondió:"¡Claro que no! Los perros no pueden volar, solo los pájaros".

Tito quedó triste pero no dejó que eso lo desanimara. Decidió buscar ayuda para cumplir su sueño de volar. Caminó hasta la biblioteca del pueblo y buscó libros sobre vuelo y aves.

Allí encontró información sobre Leonardo da Vinci, un inventor famoso que diseñaba máquinas voladoras. Inspirado por esto, decidió construir sus propias alas. Con mucho ingenio e imaginación, utilizó ramas ligeras para crear la estructura de las alas y las cubrió con hojas grandes para simular plumas. Estaba emocionado por probarlas.

Corrió hacia una colina cercana junto a su amiga gaviota llamada Gaby y le dijo:"¡Gaby! ¡Mira mis nuevas alas! ¿Crees que podré volar?" Gaby no pudo contener la risa al verlo pero rápidamente se dio cuenta de que Tito estaba muy decidido.

Lo miró con ternura y le respondió:"Tito, los perros no están hechos para volar, pero eso no significa que no puedas intentarlo. Si crees en ti mismo, todo es posible".

Con sus alas puestas y su determinación a flor de piel, Tito se lanzó al aire. Aleteaba con todas sus fuerzas mientras Gaby lo animaba desde el suelo.

Lamentablemente, las alas de Tito no eran lo suficientemente fuertes como para sostenerlo en el aire y cayó al suelo con un pequeño golpe. Tito se levantó rápidamente, sacudiéndose la tierra de su pelaje y sonrió. "Quizás no puedo volar como los pájaros, pero descubrí algo más importante: la valentía de perseguir mis sueños".

Gaby aplaudió emocionada y dijo:"Eso es lo más importante, Tito. No importa si puedes volar o no; lo importante es nunca dejar de soñar y siempre dar tu mejor esfuerzo".

Desde ese día, Tito siguió disfrutando del cielo azul mientras corría por el parque junto a sus amigos. Aunque no podía volar literalmente como los pájaros, siempre llevaba en su corazón la alegría y la libertad que sentía cuando soñaba con volar.

Y así fue como el perro llamado Tito nos enseñó que los sueños pueden ser alcanzados de diferentes maneras y que la verdadera grandeza está en creer en uno mismo sin importar las limitaciones físicas.

FIN.

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