El vuelo de Tomás y Roco


El Tero y el perroHabía una vez en la vasta llanura pampeana, un pequeño tero llamado Tomás. Era un día frío de invierno, y Tomás salió de su nido temprano en busca de lombrices para alimentarse.

Tenía tanta hambre que se alejó más de lo que solía hacerlo, y cuando quiso regresar a su nido, se dio cuenta de que estaba perdido.

Tomás revoloteaba nervioso por el cielo gris, buscando desesperadamente alguna pista que lo llevara de vuelta a su hogar. Pero entre tanto frío y niebla, todo lucía igual a su alrededor. El pobre tero no sabía qué hacer. Fue entonces cuando divisó a lo lejos una figura peluda moviéndose lentamente por el campo.

Al acercarse un poco más, se dio cuenta de que era un perro grande y amigable llamado Roco. - ¡Hola! -pió Tomás descendiendo cerca del perro-. ¿Podrías ayudarme? Estoy perdido y no encuentro mi nido.

Roco levantó la cabeza con curiosidad y movió la cola amistosamente. - ¡Claro que te ayudaré! -respondió con alegría-.

Dame una pista sobre cómo es tu nido o dónde lo dejaste, ¡y juntos lo encontraremos! Tomás le explicó cómo era su nido y hacia dónde recordaba haber volado antes de perderse. Roco escuchaba atentamente cada detalle, mientras pensaba en cómo podían resolver esa situación complicada. - Creo saber dónde está tu nido -dijo finalmente Roco con una sonrisa-.

Sígueme, te llevaré allí. Y así comenzaron juntos una travesía por los campos helados en busca del preciado hogar de Tomás. El perro olfateaba el suelo mientras el tero volaba sobre él para tener una mejor vista.

Trabajaban en equipo, confiando el uno en el otro para lograr su objetivo. Después de un largo rato explorando entre pastizales y arbustos, finalmente avistaron el nido del tero entre unos matorrales altos.

Tomás sintió alivio al verlo nuevamente, gracias a la ayuda incondicional del bondadoso Roco. - ¡Lo encontramos! ¡Muchas gracias por tu ayuda! -exclamó Tomás emocionado mientras picoteaba cariñosamente la nariz del perro. - Ha sido un placer ayudarte, amigo Tero -respondió Roco feliz-.

Recuerda siempre que juntos somos más fuertes y podemos superar cualquier desafío si trabajamos en equipo. Desde ese día, Tomás y Roco se convirtieron en grandes amigos inseparables. Aprendieron que la solidaridad y la colaboración son herramientas poderosas para enfrentar las dificultades de la vida.

Y cada vez que volaban o corrían juntos por los prados argentinos, recordaban aquella aventura inolvidable que los había unido para siempre.

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