El Vuelo del Joven Cuervo



En un frondoso bosque, habitaba un joven cuervo llamado Cora. Todos los días, Cora observaba a los cuervos adultos elevarse en el cielo con gracia y destreza. Soñaba con volar lejos y sentir la brisa del viento en sus plumas. Sin embargo, cada vez que intentaba volar, se cansaba muy rápido y se rendía.

Cora se posó en una rama y suspiró: - A veces siento que nunca podré volar como los demás.

En ese momento, un zorro astuto llamado Rufi se acercó, con su cola esponjosa moviéndose de un lado a otro. - ¿Por qué tan triste, pequeño cuervo? - preguntó Rufi.

Cora lo miró con desánimo. - Quiero volar muy lejos, pero no soy lo suficientemente fuerte.

Rufi se sentó a su lado y sonrió. - Tal vez no te des cuenta, pero todos los grandes voladores han pasado por momentos difíciles. ¿Por qué no intentas un método diferente?

Cora se mostró curioso. - ¿Qué quieres decir?

Rufi, astuto e ingenioso, le dijo: - A veces, para alcanzar grandes alturas, es mejor aprender de quienes ya tienen experiencia. ¿Qué tal si pides ayuda a los cuervos adultos?

Cora dudó un momento. - Pero ellos son tan buenos, ¿no me van a burles?

Rufi se rió con suavidad. - Nunca sabrás lo que pueden enseñarte si no lo intentas.

Después de pensarlo, Cora decidió acercarse a un grupo de cuervos adultos. Con un poco de miedo, voló hacia ellos. - Hola, soy Cora, y me gustaría aprender a volar como ustedes.

Un cuervo mayor llamado Astro lo miró y sonrió. - Todos empezamos de la misma manera, pequeño. ¿Por qué no te mostramos algunos trucos útiles?

Cora sintió una chispa de esperanza. Los cuervos adultos le enseñaron sobre la importancia de las corrientes de aire, cómo planear y no desesperarse si se cansaba.

Con el apoyo de sus nuevos amigos, Cora comenzó a practicar todos los días. Aunque al principio todavía se sentía cansado, aplicando los consejos de los cuervos adultos, su confianza creció. Aprendió sobre la técnica del vuelo en ascenso y cómo encontrar el viento a su favor.

Un día, mientras Cora volaba entre los árboles, Rufi lo observaba desde el suelo. - ¡Mirá cómo vuela! - gritó lleno de entusiasmo.

Cora se sintió feliz, pero sabía que aún le quedaba mucho por aprender. - No puedo volar tan lejos como ustedes todavía, pero estoy mejorando. - dijo con una gran sonrisa.

Rufi se acercó y dijo: - Recuerda, lo importante es no rendirte. Cada día es una nueva oportunidad para mejorar.

Con el paso del tiempo, Cora se volvió más fuerte y confiado. Un día, decidió que era hora de intentar volar más lejos. Se despidió de Rufi. - Hoy puedo hacer algo grande. Desearía que estuvieras aquí para verlo.

- Ve y vuela, Cora. ¡El cielo es el límite! - respondió Rufi, apoyándolo.

Cora tomó aire y se lanzó hacia el cielo, sintiendo cómo el viento empujaba sus alas. Miró hacia abajo y vio su hogar, los árboles y el zorro animándolo. Alzó su plegaria y comenzó a volar más alto y más lejos de lo que jamás había imaginado.

Cuando Cora finalmente regresó, sus plumas brillaban de felicidad. - ¡Lo logré! Pude volar más lejos que nunca.

Rufi aplaudió y le dijo: - Sabía que podías hacerlo, pero recuerdas esto: nunca dejes de aprender y siempre ayúdale a los demás en su camino.

Desde ese día, Cora no solo siguió volando cada vez más lejos, sino que también se convirtió en un maestro para los otros cuervos jóvenes que, al igual que él, deseaban aprender a volar. Así, el joven cuervo comprendió que con esfuerzo, perseverancia y ayuda de amigos, no hay meta inalcanzable.

Y así, Cora el cuervo y Rufi el zorro se convirtieron en grandes amigos y juntos hicieron del bosque un lugar más feliz.

FIN.

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