El Vuelo del Pequeño Pájaro
Había una vez, en un frondoso bosque, un pequeño pájaro llamado Pipo, que soñaba con volar alto y conocer el mundo más allá de las copas de los árboles. Pipo vivía en un nido con su mamá, quien siempre le decía que para volar bien, debía aprender a controlar sus alas.
Una mañana, mientras Pipo practicaba dar pequeños saltitos en el nido, su amigo, el conejo Tito, se acercó.
"¡Hola, Pipo! ¿Qué estás haciendo?" - preguntó Tito, curioso.
"¡Hola, Tito! Estoy tratando de volar, pero mis alas no parecen hacerme caso" - respondió Pipo, un poco frustrado.
Tito pensó por un momento y dijo:
"Tal vez necesites un poco de control. Así podrás saber cómo moverlas en la dirección correcta."
Pipo, intrigado, preguntó:
"¿Qué es eso de control?"
"Control es como saber cuándo y cómo usar las cosas que tienes. Como cuando yo salto: tengo que saber cuánta fuerza poner, o podría caerme feo" - explicó Tito.
Esa noche, mientras las estrellas brillaban en el cielo, Pipo decidió que al día siguiente intentaría aprender a controlar sus alas. Se levantó temprano y empezó a practicar. Intentó elevarse, pero sus intentos fueron un poco desastrosos.
"¡Ay, no!" - exclamó Pipo, cayendo en un arbusto. "¿Cuándo voy a aprender?"
De repente, una anciana tortuga llamada Doña Tula, que pasaba por ahí, se detuvo a observar.
"¿Qué te pasa, pequeño pájaro?" - preguntó Doña Tula, preocupada.
"Quiero volar, pero no sé cómo controlar mis alas" - respondió Pipo, con tristeza.
"Hijo, volar no es solo abrir las alas y salir disparado. Se necesita práctica y control; es un arte" - le explicó Doña Tula.
Pipo sintió que, aunque era un camino difícil, había algo en lo que podía enfocarse. Así que le pidió a Doña Tula que le mostrara algunos ejercicios.
"Primero, intenta saltar desde una ramita baja y, cuando estés en el aire, mueve tus alas suavemente hacia abajo y hacia arriba, como el resorte de un juguete" - le aconsejó Doña Tula.
Pipo se concentró y, después de unos intentos, comenzó a sentir que sus movimientos eran más coordinados. Con cada salto, se daba cuenta de que podía controlar más sus alas.
Pasaron los días, y después de muchas prácticas, Pipo finalmente se sintió listo para intentarlo de nuevo. Miró a sus amigos, que lo observaban desde el suelo.
"Hoy, voy a volar alto" - les dijo, con confianza.
"¡Sí, Pipo, vos podés!" - gritó Tito, emocionado.
Tomó aire y comenzó a batir sus alas con firmeza y control. Se elevó un poco, luego un poco más, y de repente, ¡estaba volando! Pipo giró en el aire, moviéndose con gracia.
"¡Mira, mama, estoy volando!" - gritó emocionado.
La mamá de Pipo, que lo observaba desde el nido, sonrió con orgullo. Pipo se dio cuenta de que el control no solo le permitió volar, sino que también lo hizo sentir seguro. Comprendió que el control, como una herramienta en una empresa, era algo crucial para lograr su sueño.
Cada vez que tomaba una decisión en el aire, recordaba lo que había aprendido de Doña Tula y Tito. Con el tiempo, Pipo no solo voló alto, sino que también fue un gran maestro para otros pajaritos que querían aprender a volar.
Así, Pipo se convirtió en el mejor controlador de su vuelo, sabiendo que el control no solo le ayudaba a él, sino que podía ayudar a otros a alcanzar sus sueños también.
Y desde aquel día, en el bosque sonaba el canto de Pipo, el pájaro que comprendió la importancia del control.
FIN.