El vuelo mágico de Celia
que llena de luz y vida a todo el universo. En un pequeño pueblo llamado Arcilla, vivía una valiente cerámica llamada Celia. Celia era una pieza única, hecha con amor y cuidado por las manos de un artesano.
Tenía forma de sol y estaba decorada con colores brillantes que representaban la belleza del cielo. Celia siempre soñaba con volar alto en el cielo como el Sol, pero sabía que eso era imposible.
Aunque su corazón ardía con pasión por explorar nuevos horizontes, estaba atrapada en una estantería junto a otras cerámicas. Un día, mientras miraba a través de la ventana, Celia vio algo extraordinario: el Sol descendió del cielo y se acercó lentamente hacia ella.
Su corazón dio un vuelco de emoción al ver al astro dorado frente a sus ojos. "¡Hola Celia!", dijo el Sol con una voz cálida y suave. "¡Oh! ¡Hola Sol! ¿Qué te trae hasta aquí?", preguntó emocionada Celia.
El Sol sonrió y respondió: "He escuchado tus deseos de volar alto como yo y he venido para cumplirlos. "Celia no podía creer lo que estaba escuchando.
El Sol le ofreció su mano brillante y juntos comenzaron a elevarse hacia el cielo azul. Mientras volaban, el Sol le contó a Celia sobre la danza cósmica entre él y la Tierra.
Le explicó cómo su energía les daba vida a todas las criaturas del planeta y cómo juntos formaban un equilibrio perfecto. "Cada amanecer y cada atardecer son momentos mágicos en los que nos encontramos, Celia. Es nuestra forma de mostrarle al mundo el amor que compartimos", dijo el Sol.
Celia estaba fascinada por todas las historias del Sol y la Tierra. Quería ser parte de esa danza cósmica y llevar su luz a todos los rincones del universo. "Sol, ¿puedo unirme a ustedes en su danza?", preguntó esperanzada Celia.
El Sol asintió con una sonrisa y juntos descendieron hacia la Tierra. Mientras se acercaban, Celia pudo ver cómo las plantas y los animales recibían con alegría la llegada del Sol. Sus rayos iluminaban todo a su paso, llenando de vida cada rincón.
Celia se convirtió en la primera cerámica voladora, llevando consigo un pedacito del sol a donde quiera que fuera. Su brillo era tan intenso que incluso en las noches más oscuras, siempre había un destello de esperanza.
Con el tiempo, otras cerámicas se unieron a Celia en su vuelo por el cielo. Juntas formaron una constelación única que brillaba con fuerza y alegría. Y así fue como Celia cumplió sus sueños de volar alto como el Sol.
Aprendió sobre la importancia del amor y la conexión entre todos los seres vivos en este maravilloso universo.
Desde entonces, cada vez que veas una estrella brillante en el cielo, recuerda que puede ser Celia y sus amigas cerámicas voladoras iluminando tu camino con amor y valentía. Y nunca olvides que, aunque el Sol y la Tierra estén lejos en el espacio, su danza cósmica siempre estará presente en nuestros corazones.
FIN.