El vuelo mágico de Mateo
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Mateo. Mateo era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, se encontró con una planta mágica. La planta tenía hojas brillantes y flores de colores vibrantes. Mateo decidió llevarla a casa para cuidarla. La colocó cerca de la ventana para que pudiera recibir suficiente luz solar y agua.
Al día siguiente, cuando Mateo se despertó, notó algo extraordinario: la planta había crecido mucho durante la noche. ¡Era casi del tamaño de su cama! Mateo estaba emocionado y decidió llamar a su nueva amiga —"Flora" .
A medida que pasaban los días, Flora seguía creciendo cada vez más rápido. Pronto ocupaba todo el espacio de la habitación de Mateo. Aunque al principio esto lo asustaba un poco, pronto descubrió que Flora no solo era grande sino también muy amigable.
Un día, mientras jugaban juntos en el jardín trasero, Flora comenzó a hablarle a Mateo. "-Mateo, tengo algo importante que decirte", dijo Flora con una voz dulce pero firme. Mateo quedó sorprendido ante la habilidad de Flora para comunicarse con él.
"-¿Qué es lo que quieres decirme?", preguntó emocionado pero intrigado. "-Mateo, tengo el poder de concederte un deseo especial", respondió Flora misteriosamente. Mateo pensó por un momento antes de responder: "-Quiero tener la capacidad de volar como los pájaros".
Sin dudarlo ni un segundo más, Flora comenzó a lanzar un polvo mágico sobre Mateo. De repente, sus pies se levantaron del suelo y comenzó a flotar en el aire.
Mateo estaba lleno de alegría mientras volaba por los cielos. Se sentía libre y emocionado como nunca antes había experimentado. Pasó horas explorando el mundo desde las alturas. Sin embargo, cuando llegó la noche, Mateo comenzó a sentirse triste.
Ya no podía volar tan alto porque la oscuridad limitaba su visión. Al día siguiente, Mateo fue corriendo hacia Flora para contarle lo que le había pasado durante la noche. "-Flora, necesito tu ayuda", dijo preocupado. Flora escuchó atentamente y sonrió: "-No te preocupes, Mateo.
Tengo otra sorpresa para ti". Flora le dio a Mateo una semilla especial y le explicó cómo plantarla en su jardín trasero. Le aseguró que crecería rápidamente y sería una planta muy especial.
Mateo siguió las instrucciones de Flora al pie de la letra y plantó la semilla con mucho cuidado. Al día siguiente, una hermosa planta luminosa creció frente a sus ojos.
Esta vez, en lugar de flores coloridas como Flora, tenía pequeñas luciérnagas brillantes que iluminaban todo el jardín durante la noche. Las luciérnagas guiaban el camino de Mateo mientras volaba por los cielos oscuros. Ahora podía disfrutar tanto del día como de la noche sin ningún problema.
Mateo aprendió una valiosa lección gracias a Flora: siempre hay soluciones creativas para los problemas que enfrentamos. Además, comprendió la importancia de cuidar y respetar a la naturaleza. Mateo y Flora se convirtieron en grandes amigos y juntos vivieron muchas aventuras mágicas.
Y así, Mateo aprendió que la magia puede estar en cualquier lugar, incluso en un pequeño pueblo argentino.
FIN.