El vuelo valiente de Bruno y Felipe
Había una vez un hermoso jardín donde vivía Bruno, el colibrí. Todos los días, Bruno volaba de flor en flor, disfrutando del néctar dulce y colorido que le ofrecían las flores.
Pero había algo especial en ese jardín: desde la ventana de su casa, Felipe, un niño de 2 años, siempre observaba a Bruno con admiración. Un día, Felipe se enteró de que tendría que cambiar de colegio.
El pequeño estaba asustado y triste porque no conocía a nadie en su nueva escuela. No sabía cómo hacer amigos o cómo enfrentar los nuevos desafíos que se le presentarían. Bruno notó la tristeza en los ojos de Felipe y decidió ayudarlo.
Se acercó volando lentamente hacia la ventana y canturreó suavemente para llamar la atención del niño. - ¡Hola Felipe! ¿Te gustaría ser mi amigo? - preguntó Bruno con entusiasmo.
Felipe se sorprendió al escuchar hablar al colibrí y respondió emocionado:- ¡Sí, claro! Me encantaría ser tu amigo, Bruno. A partir de ese momento, Felipe y Bruno se convirtieron en inseparables compañeros. Cada mañana antes de ir a clases, Felipe abría la ventana para encontrarse con su amigo alado.
Juntos exploraban el jardín mientras el colibrí le enseñaba sobre las diferentes plantas y animales que lo habitaban. Un día, durante el recreo en su nuevo colegio, Felipe vio a un grupo de niños jugando fútbol pero tenía miedo de acercarse e integrarse al juego.
- No sé si debería unirme, Bruno. Me da miedo que no quieran jugar conmigo - dijo Felipe preocupado. Bruno voló cerca de Felipe y le susurró al oído:- Tú puedes hacerlo, Felipe.
Solo tienes que ser valiente y mostrarles lo divertido que eres. Con el aliento de su amigo colibrí, Felipe decidió dar un paso adelante y se acercó al grupo de niños. Les sonrió y les preguntó si podía unirse a ellos.
Los niños aceptaron encantados y pronto todos estaban riendo y divirtiéndose juntos.
A medida que pasaba el tiempo, Bruno seguía ayudando a Felipe en cada momento difícil que enfrentaba en su nueva escuela: cuando tenía una prueba difícil, cuando se sentía solo o cuando estaba nervioso por una presentación frente a sus compañeros. Un día, mientras exploraban el jardín como siempre lo hacían después del colegio, se encontraron con un árbol muy alto.
Felipe miró hacia arriba y sintió miedo de treparlo. - No sé si puedo hacerlo, Bruno. Es muy alto y tengo miedo de caer - admitió Felipe con inseguridad.
Sin dudarlo ni un segundo, Bruno extendió sus alas para crear una sombra protectora sobre Felipe y le dijo:- Confía en ti mismo, pequeño amigo. Tú eres capaz de superar cualquier desafío si te atreves a intentarlo. Lleno de confianza gracias a las palabras del colibrí, Felipe comenzó a subir lentamente por el árbol.
Cada vez que sentía miedo o dudas, miraba hacia abajo donde Bruno lo animaba incansablemente desde la rama más baja. Finalmente, Felipe llegó a la cima del árbol y se sintió tan orgulloso de sí mismo.
Desde allí, pudo ver todo el jardín y se dio cuenta de lo lejos que había llegado desde aquel primer día en su nuevo colegio.
A partir de ese momento, Felipe comprendió que no importaba cuán difícil pareciera algo, siempre tendría a Bruno a su lado para ayudarlo a superarlo. Juntos demostraron que la amistad y el coraje pueden vencer cualquier temor.
Y así, Bruno y Felipe continuaron explorando el jardín día tras día, enfrentando nuevos desafíos y construyendo una amistad eterna basada en la confianza mutua y el apoyo incondicional.
FIN.