El zapato de cristal


Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una joven llamada Sofía. Ella era muy bella y tenía un gran corazón, pero desafortunadamente vivía con su madrastra y sus dos hermanastras quienes la trataban muy mal.

Un día, se anunció en el pueblo que habría un baile real en el castillo del príncipe. Todas las jóvenes estaban emocionadas por la oportunidad de asistir y conocer al príncipe encantador.

Sofía también deseaba ir, pero sabía que su madrastra no le permitiría. "Madrastra, ¿podría ir al baile? Por favor", suplicó Sofía. La madrastra miró a Sofía con desprecio y dijo: "¿Tú? ¡No eres más que una sirvienta! No mereces ir a ese baile".

Sofía se sintió muy triste y decepcionada. Pero entonces recordó algo importante: tenía una hada madrina llamada Rosita, quien siempre estaba allí para ayudarla cuando lo necesitaba. Corrió hacia el jardín trasero de su casa, donde encontró a Rosita esperándola entre las flores.

"Oh Rosita, necesito tu ayuda", dijo Sofía mientras lágrimas caían por sus mejillas. Rosita secó las lágrimas de Sofía y le preguntó qué quería hacer. "Quiero ir al baile real", respondió ella con determinación.

"Pero mi madrastra no me lo permitirá". La hada madrina sonrió dulcemente y dijo: "No te preocupes mi querida Sofi, haré todo lo posible para ayudarte". Rosita transformó una calabaza en un carruaje dorado y a los ratones del jardín en caballos blancos.

Además, convirtió las ropas de sirvienta de Sofía en un hermoso vestido azul con detalles plateados. "Ahora, debes recordar algo muy importante", dijo Rosita mientras ayudaba a Sofía a subir al carruaje. "El hechizo solo durará hasta la medianoche.

Debes regresar antes de que el reloj marque las doce". Sofía asintió emocionada y se dirigió hacia el castillo. Cuando llegó al baile real, todos quedaron sorprendidos por su belleza.

El príncipe la vio y quedó cautivado por ella al instante. Bailaron toda la noche y se divirtieron como nunca antes lo habían hecho.

Pero justo cuando el reloj estaba a punto de marcar las doce, Sofía se dio cuenta de que tenía que irse rápidamente para no romper el hechizo. Corrió hacia la puerta del castillo, pero perdió uno de sus zapatos en su apuro por salir. El príncipe intentó seguirla, pero fue demasiado tarde.

Al día siguiente, todo el pueblo estaba hablando sobre la misteriosa joven que había desaparecido dejando atrás un zapato perdido. El príncipe decidió buscar a esa joven especial y visitar cada casa del pueblo para encontrarla. Finalmente llegó a la casa donde vivía Sofía con su madrastra y hermanastras.

Las hermanastras intentaron ponerse el zapato perdido, pero ninguno les quedaba bien. Entonces llegó el turno de Sofía. Cuando se probó el zapato, este le quedó perfecto.

El príncipe la reconoció al instante y supo que ella era la joven misteriosa con quien había bailado en el baile real. El príncipe invitó a Sofía a vivir en el castillo y se casaron poco después.

Sofía nunca olvidó su vida anterior ni a Rosita, su hada madrina, quien siempre estaría en su corazón. Y así, la joven que se parecía a Cenicienta encontró su felicidad gracias a su valentía y bondad.

Aprendió que no importa cómo te traten los demás, siempre debes creer en ti misma y luchar por tus sueños.

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