El zapato de cristal


un gran baile en el castillo al que todas las jóvenes del reino están invitadas. Cenichinita, a pesar de todo lo que sufría, soñaba con asistir y conocer al príncipe.

Cuando Margarita y sus hijas se enteraron de la noticia, comenzaron a prepararse para el evento. Se probaban vestidos lujosos y joyas brillantes, mientras Cenichinita observaba deseosa desde un rincón. "¿Y tú qué harás, Cenichinita?", preguntó Margarita con una risa burlona. "Yo...

yo no tengo nada para ponerme", respondió tristemente Cenichinita. Margarita y sus hijas rieron aún más fuerte ante la respuesta de Cenichinita. Sin embargo, mientras ellas salían hacia el baile, una pequeña hada apareció frente a Cenichinita.

"No te preocupes, querida", dijo el hada con voz dulce. "Te ayudaré a ir al baile". El hada transformó un viejo vestido de Cenichinita en uno hermoso y brillante. Además, le entregó unos zapatos de cristal mágicos que solo ella podía usar.

Cenichinita estaba emocionada y agradecida por la ayuda del hada. Con su nuevo atuendo, se dirigió al castillo donde se celebraba el baile. Al llegar al salón principal del castillo, todos los ojos se posaron en ella.

El príncipe quedó deslumbrado por su belleza y decidió invitarla a bailar. Durante toda la noche, Cenichinita y el príncipe conversaron y se divirtieron juntos.

El príncipe quedó encantado con la dulzura y amabilidad de Cenichinita, sin saber que ella era maltratada por su madrastra y hermanastras. Cuando el reloj marcó la medianoche, Cenichinita recordó las palabras del hada: debía regresar antes de que dieran las doce campanadas.

Sin embargo, en su apuro, perdió uno de los zapatos de cristal mágicos en la escalera del castillo. Al día siguiente, el príncipe comenzó a buscar a la joven misteriosa que había dejado atrás el zapato. Recorrió todo el reino hasta llegar a la casa de Margarita.

Las hermanastras intentaron calzar el zapato, pero no les quedaba bien. Fue entonces cuando Cenichinita apareció tímidamente y pidió probarse el zapato. "¡Imposible! ¡Tú no puedes ser!", exclamaron Margarita y sus hijas sorprendidas.

Pero cuando Cenichinita se calzó el zapato, este le quedó perfecto. El príncipe reconoció a aquella joven maravillosa con quien había compartido una noche inolvidable. El príncipe decidió llevarse a Cenichinita al castillo para casarse con ella y vivir felices para siempre.

Margarita y sus hijas se arrepintieron de haber tratado tan mal a Cenichinita, pero ya era tarde para lamentarse. A partir de ese día, Cenichinita vivió rodeada de amor y felicidad en el castillo.

Aprendió que la bondad y la amabilidad siempre triunfan sobre la maldad y la envidia. Y así, Cenichinita se convirtió en un ejemplo para todos los niños del reino, enseñándoles que nunca deben rendirse ante las dificultades y que siempre deben ser amables con los demás, sin importar cómo los traten.

Fin.

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