El zapato mágico
Había una vez un zapatito solitario que vivía en una tienda de zapatos. Todos los días veía cómo los demás zapatos se iban con personas felices y emocionadas, pero él nunca era elegido.
Se sentía triste y abandonado, pensando que nadie lo quería. Un día, mientras el zapatito estaba en su estante, entró un señor mayor a la tienda. El señor caminaba despacio y cojeaba un poco debido a su edad.
Miró a todos los zapatos con atención hasta que sus ojos se encontraron con el del zapatito solitario. El señor se acercó al vendedor y le preguntó por el zapatito solitario. "¿Cuánto cuesta este zapato?", preguntó el señor con curiosidad en su voz.
El vendedor miró al zapatito y luego al señor. "Es el último par de esa talla que me queda", dijo el vendedor. "Pero no es muy popular, así que puedo dártelo a mitad de precio".
El señor sonrió y asintió con la cabeza. Pagó por el zapatito solitario y salió de la tienda llevándolo consigo. Mientras caminaban juntos por las calles de la ciudad, llegaron a un parque donde había una niña jugando sola en un banco.
La niña parecía triste y aburrida. Cuando la niña vio al señor con su nuevo zapatito solitario, sus ojos se iluminaron de emoción.
Corrió hacia ellos y exclamó: "¡Ese es exactamente el tipo de zapato que estaba buscando!". El señor sonrió y le dio el zapatito a la niña. La niña se lo probó y le quedaba perfecto. Estaba feliz de haber encontrado el zapato que tanto deseaba.
La niña y el señor comenzaron a conversar mientras caminaban por el parque. Resultó que ambos estaban solos y buscaban compañía. El señor había perdido a su esposa hace mucho tiempo, y la niña había perdido a sus padres en un accidente.
A medida que pasaba el tiempo, la niña y el señor se convirtieron en grandes amigos. Se cuidaban mutuamente, compartían risas y experiencias juntos. El zapatito solitario fue testigo de cómo dos almas solitarias encontraron consuelo y amor en su compañía.
Con el paso del tiempo, la tristeza desapareció de los ojos del zapatito solitario porque comprendió que no estaba solo después de todo. Había encontrado un propósito: unir corazones solitarios.
Y así, el zapatito solitario dejó de serlo para siempre. Ahora era parte de una familia llena de amor y amistad. Fin
FIN.