El zapato perdido
Había una vez un niño llamado Tomás, a quien le encantaba jugar en el bosque cercano a su casa. Un día, mientras exploraba entre los árboles, se dio cuenta de que había perdido su zapato izquierdo.
Buscó y buscó por todas partes, pero no logró encontrarlo. Al regresar a casa sin su zapato, Tomás estaba muy triste. Su mamá le preguntó qué había pasado y él le explicó lo que había ocurrido en el bosque.
Su mamá intentó consolarlo y le dijo: "No te preocupes, Tomás. Seguro que alguien lo encontrará y lo devolverá".
Pero al día siguiente, cuando salió nuevamente al bosque con sus amigos para buscar el zapato perdido, también descubrió que había desaparecido su celular y su gorra favorita. Tomás ya no podía contener las lágrimas y comenzó a pensar que algo extraño estaba pasando.
Fue entonces cuando apareció la bruja del bosque, una anciana misteriosa con un sombrero puntiagudo y una larga capa negra. La bruja se acercó lentamente a Tomás y le dijo en voz baja: "Niño perdido, tus pertenencias he tomado yo". Tomás se sorprendió mucho al escuchar las palabras de la bruja.
"¿Por qué hiciste eso?", preguntó temeroso. La bruja sonrió maliciosamente y respondió: "Lo hice porque quiero enseñarte una valiosa lección sobre la importancia de cuidar tus cosas".
Tomás se sentía confundido pero decidió escuchar atentamente lo que la bruja tenía para decirle. La bruja le explicó que había tomado sus pertenencias para mostrarle que no debía darlas por sentado. Le contó una historia sobre un niño llamado Lucas, quien siempre dejaba sus juguetes tirados y nunca los cuidaba.
Un día, todos sus juguetes desaparecieron misteriosamente y Lucas aprendió la lección de la manera más difícil. Tomás comprendió el mensaje de la bruja y se dio cuenta de que debía ser más responsable con sus cosas.
Decidió disculparse con la bruja y prometió cuidar mejor todo lo que tenía. La bruja sonrió satisfecha y devolvió las pertenencias a Tomás. A partir de ese día, él se convirtió en un niño más ordenado y cuidadoso.
Siempre guardaba su zapato en su lugar, protegía su celular y no olvidaba llevarse su gorra cuando salía a jugar al bosque.
Con el tiempo, Tomás se dio cuenta de que el encuentro con la bruja fue una experiencia única e importante en su vida. Aprendió a valorar lo que tenía y a cuidar cada objeto como si fuera un tesoro.
Y así, gracias a la lección de la bruja del bosque, Tomás creció siendo un niño responsable y consciente del valor de las cosas. Nunca volvió a perder algo importante porque siempre recordaba lo que había aprendido aquel día en el bosque encantado. Y colorín colorado, esta historia ha terminado... ¡pero recuerda siempre cuidar tus cosas!
FIN.