El zapato perdido
Había una vez un zorrito llamado Mateo que vivía en el bosque. Mateo era muy travieso y siempre se metía en problemas.
Un día, mientras jugaba con sus amigos cerca de la cueva de una serpiente llamada Sofía, se dio cuenta de que había perdido uno de sus zapatos. Mateo buscó por todas partes, pero no pudo encontrar su zapato. Estaba muy preocupado porque sin él no podría seguir jugando ni correr rápido como le gustaba hacerlo.
Decidió ir a pedir ayuda a Sofía, sabiendo que ella tenía fama de ser amable y generosa. Cuando llegó a la cueva de Sofía, tocó suavemente la puerta y dijo: "¡Hola! Soy Mateo, el zorrito.
He perdido mi zapato y me preguntaba si podrías ayudarme a encontrarlo". Sofía abrió la puerta lentamente y lo miró con curiosidad. Al ver al zorrito tan triste y descalzo, sintió empatía por él y decidió ayudarlo.
"Claro que puedo ayudarte", dijo Sofía con una sonrisa amigable. Ambos comenzaron a buscar el zapato en toda la casa de Sofía. Registraron cada rincón, debajo del sofá e incluso dentro del armario. Pero no había rastro del zapato perdido.
Desanimados por no encontrarlo, Mateo estaba listo para rendirse cuando vio algo brillante entre las escamas de Sofía. "¡Mira!", exclamó emocionado señalando hacia ella.
Sofía se contorsionó para ver qué era lo que brillaba entre sus escamas y descubrió que era el zapato perdido de Mateo. Se lo sacó con cuidado y se lo entregó al zorrito con una sonrisa. "¡Muchas gracias, Sofía!", exclamó Mateo emocionado. "No sé cómo agradecerte lo suficiente".
Sofía le respondió: "No tienes que agradecerme nada, Mateo. Estoy feliz de poder ayudarte". Mateo aprendió una valiosa lección ese día: la importancia de pedir ayuda cuando la necesitamos y la generosidad de los demás.
A partir de entonces, siempre estuvo dispuesto a ayudar a sus amigos y nunca tuvo miedo de pedir ayuda cuando lo necesitaba. Desde aquel día, Mateo y Sofía se convirtieron en grandes amigos.
Juntos exploraban el bosque, compartían aventuras y siempre estaban ahí el uno para el otro. Y así, gracias a un zapato perdido en la casa de una serpiente amable, Mateo descubrió la importancia de la amistad y del apoyo mutuo. Y vivieron felices para siempre en el bosque encantado. Fin.
FIN.