El zorrito estrellado


Había una vez en un tranquilo pueblo de las sierras argentinas, dos hermanos llamados Joaquín y Ana. Les encantaba pasar sus tardes explorando el campo, subiendo cerros y atravesando ríos cristalinos.

Juntos descubrían la belleza de la naturaleza y se divertían como nunca. Un día, mientras caminaban por un sendero rodeado de árboles altos y coloridas flores silvestres, escucharon un sonido extraño que provenía del fondo de un barranco. Joaquín, curioso por naturaleza, decidió acercarse para investigar.

- ¿Qué será ese ruido? -preguntó Ana con cierta preocupación en su voz. Joaquín se asomó con cuidado al borde del barranco y vio a un pequeño zorrito atrapado entre unas rocas.

El animalito lloraba desconsoladamente, incapaz de liberarse por sí solo. - ¡Tenemos que ayudarlo! -exclamó Joaquín determinado. Con mucho esfuerzo y trabajo en equipo lograron rescatar al zorrito.

Este los miró agradecido con sus ojitos brillantes y les dio un par de saltitos juguetones antes de desaparecer entre los arbustos. La tarde ya avanzaba cuando decidieron regresar a casa, pero el sol comenzó a ocultarse tras las montañas y se dieron cuenta de que estaban perdidos en medio del bosque.

- No sé cómo volver -dijo Ana preocupada mientras miraba a su alrededor sin reconocer el camino de regreso. Joaquín intentaba mantenerse tranquilo para no asustar a su hermana menor.

Recordó lo que su abuelo solía decirle sobre orientarse con las estrellas cuando uno está perdido. - Mira allá arriba, Ana. Esa estrella brillante nos indica hacia dónde queda el pueblo -explicó Joaquín señalando el cielo oscuro iluminado por miles de destellos plateados.

Así guiados por las estrellas lograron encontrar su camino de regreso a casa justo a tiempo para la cena. Su mamá los recibió con alegría y al escuchar su aventura les recordó lo importante que es ayudar a quienes lo necesitan y trabajar juntos en equipo para superar cualquier obstáculo.

Desde ese día, Joaquín y Ana siguieron disfrutando de sus paseos por el campo pero ahora siempre llevaban consigo una brújula para no perderse jamás.

Y cada noche miraban juntos las estrellas recordando aquella vez que se apoyaron mutuamente para salir adelante en medio de la adversidad.

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