El Zorrito Valiente



Había una vez un pequeño zorrito llamado Zuri que vivía en un frondoso bosque en Argentina. Zuri era un zorrito muy curioso y le encantaba explorar. Cada día se aventuraba un poco más lejos de casa, siempre en busca de nuevas maravillas. Un día, mientras saltaba entre los árboles, se encontró con un viejo roble.

-Zuri, ¿qué haces tan lejos de tu hogar? -preguntó el viejo roble con su voz profunda y sabia.

-Estoy explorando, viejo roble. Hay tanto que ver y descubrir -respondió Zuri emocionado.

Esa noche, mientras regresaba a casa, Zuri notó algo extraño en el aire. Una gran sombra lo cubrió y de repente, ¡un inmenso lobo apareció ante él!

-¡Hola, pequeño zorrito! -gruñó el lobo, mostrando sus afilados dientes.

Zuri, que nunca había visto un lobo tan de cerca, sintió un pequeño escalofrío.

-¡Hola! -dijo Zuri con un tono temeroso.

-¿Qué haces vagando por aquí solo? Este es mi territorio, y no tienes cabida en él -respondió el lobo con una risa burlona.

Zuri no quería ser grosero, pero tampoco tenía intención de dejarse intimidar.

-Estoy en mi aventura, y no voy a dejar que me digas qué hacer -se armó de valentía.

El lobo, sorprendido por la osadía del pequeño zorrito, decidió probar un poco de su ingenio.

-¿Y si te propongo un juego? Si logras encontrarme mañana por la mañana a la orilla del río, traeré un gran festín de comida. Pero si no lo haces... -el lobo hizo una pausa y se acercó un poco más,

-...¡tendrás que ser mi cena!

La propuesta era arriesgada, pero la idea de un festín era tentadora. Zuri, emocionado, decidió aceptar el desafío.

-¡Deal! -exclamó Zuri.

Esa noche, Zuri no pudo dormir. Se preguntaba cómo iba a encontrar al lobo al día siguiente. Sin embargo, mientras pensaba, recordó algo que el viejo roble le había dicho:

-Confía en tus instintos, pequeño zorrito.

Al amanecer, Zuri se aventuró hacia el río. Recorrió el bosque, prestando atención a los sonidos de la naturaleza. De repente, escuchó un suave murmullo. Era el viento, pero también había algo más.

-¡Zuri! -gritó una ardillita llamada Nati que estaba recolectando nueces. -¿A dónde vas tan apurado?

-Tengo que encontrar un lobo, Nati -explicó Zuri.

-¿Un lobo? ¡Ten cuidado! -advirtió Nati.

-No tengo miedo, tengo que hacer esto -le respondió Zuri.

Entonces, Nati decidió acompañarlo en su búsqueda. Juntos recorrían el bosque, saltando de un lugar a otro, preguntando a los demás animales si habían visto al lobo.

Finalmente, un ciervo les dijo que había visto al lobo cerca de la cascada. Zuri y Nati se apresuraron hacia allí, pero cuando llegaron a la cascada, no había signo del lobo. Sin embargo, escucharon un fuerte ruido.

-¿Qué fue ese sonido? -preguntó Zuri, asustado.

No era el lobo, sino una gran roca que había caído, bloqueando el camino del lobo hacia la zona del río.

-Zuri, creo que tenemos que ayudarlo -dijo Nati.

-¿Ayudar al lobo? -preguntó Zuri dudoso.

-Sí, si nosotros lo ayudamos, también podría ayudarnos a nosotros en el futuro -sugerió Nati con optimismo.

Entonces, decidieron usar toda su fuerza y trabajar juntos. Con la ayuda de otros animales, empujaron la roca y lograron despejar el camino.

En ese momento, el lobo apareció.

-¡Oh! ¿Qué han hecho? -exclamó el lobo, sorprendido.

-Te hemos ayudado. Ahora, ¿dónde está el festín del que hablabas? -preguntó Zuri, sonriendo.

El lobo, al verse en deuda, decidió cambiar.

-¡Gracias! Prometo que nunca volveré a asustarte. Hoy, en lugar del festín, les invitamos a almorzar juntos.

Zuri y Nati, felices de haber ayudado al lobo y de haber encontrado un nuevo amigo, aceptaron la invitación.

Desde ese día, el lobo se volvió un amigo del bosque, y Zuri comprendió que la valentía no solo consiste en enfrentarse al miedo, sino también en ayudar a los demás y hacer amigos.

Y así, juntos, vivieron muchas aventuras en el bosque, aprendiendo siempre la importancia de la amistad y la valentía.

FIN.

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