El Zorro Astuto y la Liebre Confiada
Había una vez, en un bosque lleno de colores y sonidos, un zorro muy astuto llamado Max y una liebre simpática y dulce llamada Lía. Lía vivía feliz en una acogedora madriguera, donde guardaba con cariño toda su comida: zanahorias, lechugas y fresas. Un día, mientras buscaba un poco de agua en el arroyo, se encontró con Max.
"¡Hola, Liebre!" -exclamó el zorro con una sonrisa encantadora-. "Soy nuevo en el bosque y tengo mucha hambre. ¿No podrías ayudarme con un poco de comida?"
Lía, confiada por naturaleza, asumió que el zorro era un buen amigo. No quería que nadie pasara hambre, así que lo invitó a su madriguera.
"¡Claro, ven! Tengo muchas cosas ricas para comer. Siéntate, te haré un festín" -dijo Lía mientras movía su colita emocionada.
Max, el zorro, no podía creer su suerte. Se sentó en la mesa de Lía, y después de disfrutar de la comida, decidió que era hora de hacerse amigo de la liebre.
Pasaron los días y la amistad entre Lía y Max floreció. Lía le contaba sobre su vida en el bosque, sus juegos y sus aventuras. Poco a poco, Max fue ganando la confianza de Lía, hasta que ella comenzó a compartirle todos sus secretos sobre dónde guardaba la comida.
Un día, mientras Lía recolectaba algunas fresas, Max se acercó a ella con una expresión preocupada.
"¡Ay, Lía! Escuché que hay un cazador en el bosque. Debes tener cuidado, ¡podría llevarte!"
Lía se asustó y le creyó al zorro, quien parecía ser tan comprensivo. Agradecida, le contó sobre su gran reserva de comida.
"Tengo un escondite lleno de zanahorias y lechugas, está justo detrás de la colina. No se lo digas a nadie, ¿sí?"
"¡No te preocupes! Tu secreto está a salvo conmigo" -prometió Max, mientras su mente astuta planeaba.
Esa noche, mientras Lía dormía plácidamente, Max se deslizó sigilosamente hasta el escondite y se llevó toda la comida que pudo cargar. Al amanecer, Lía se despertó y, al no encontrar su comida, entró en pánico.
"¿Dónde están mis zanahorias? ¡¿Qué ha pasado? !" -gritaba Lía con desesperación.
Max apareció de repente.
"¿Qué sucede, amiga?" -preguntó mientras ocultaba una sonrisa.
"Toda mi comida ha desaparecido. Estoy muy triste, no sé qué voy a hacer" -respondió Lía con lágrimas en los ojos.
Max, con ojos llenos de compasión, le dijo:
"No te preocupes, Lía. Yo puedo ayudarte a encontrar más comida. Vamos a buscar juntas y así podrás tener un buen banquete nuevamente."
Lía, aunque desconcertada, decidió confiar en su amigo. Juntas recorrieron el bosque. Mientras buscaban, se encontraron con otros animales, pero a medida que pasaba el tiempo, Lía se daba cuenta de que Max no sólo era un astuto ladrón, sino también un verdadero amigo.
"Max, gracias por estar a mi lado. Aunque estamos buscando comida, me alegra que podamos pasar tiempo juntos" -dijo Lía mientras reían al ver los trucos que hacían las ardillas.
Finalmente, encontraron un claro lleno de verduras que crecía silvestremente.
"¡Mirá todo esto!" -exclamó Lía, llena de alegría.
Max se sintió un poco culpable al ver la felicidad de Lía. Era el momento de contarle lo que había hecho.
"Lía, hay algo que necesito decirte... yo fui el que tomó toda tu comida. Lo lamento mucho, me dejé llevar por el hambre y la avaricia" -admitió, bajando la cabeza.
Lía lo miró, sorprendida, pero no se enojó.
"Max, todos cometemos errores, lo importante es aprender de ellos. Te perdono, pero espero que en el futuro, seamos siempre honestos el uno con el otro" -dijo Lía con una sonrisa plena.
Max se sintió aliviado y muy agradecido.
"Te prometo que nunca más seré deshonesto. ¡Ahora somos amigos de verdad!" -exclamó el zorro, sosteniendo una zanahoria como símbolo de su cambio.
Desde ese día, Lía y Max no solo compartieron su comida; también compartieron confianza y amistad. Aprendieron que a veces los errores pueden ser oportunidades de crecimiento, siempre y cuando hay sinceridad y perdón.
Y así, Lía la liebre y Max el zorro se volvieron inseparables, demostrando que la confianza es más valiosa que un simple festín.
FIN.