El zorro curioso



Había una vez un zorro llamado Peluchín que vivía en un hermoso bosque. A diferencia de otros zorros, a Peluchín no le gustaban las verduras.

Siempre decía: "No quiero comer espinacas ni zanahorias, ¡quiero un caldo de pollo!". Peluchín era muy travieso y siempre encontraba la manera de escaparse del hogar para buscar su tan ansiado caldo. Un día, mientras merodeaba por el bosque, se encontró con sus amigos Conejito y Ardillita.

- Hola, Peluchín - saludó Conejito con una sonrisa-. ¿Qué haces por aquí? - Estoy buscando alguien que me pueda preparar un delicioso caldo de pollo - respondió Peluchín con ansias.

Ardillita se rió y dijo: "¡Pero si eres un zorro! Los zorros no comen caldo de pollo". Peluchín hizo una mueca y contestó: "Bueno, yo soy diferente. No me gustan las verduras como a los demás zorros". Ardillita y Conejito se miraron entre sí y luego sonrieron comprensivamente.

- Ven con nosotros, Peluchín - invitó Ardillita -. Vamos a enseñarte algo que te hará cambiar de opinión sobre las verduras.

Curioso por saber qué tenían planeado sus amigos, Peluchín los siguió hasta llegar a un huerto lleno de vegetales frescos y coloridos. Allí estaban Tomatito, Lechuguita y Pepinito. Tomatito era rojo como el fuego; Lechuguita tenía hojas verdes y crujientes, y Pepinito era pequeño y espinoso. - Hola, Peluchín - saludaron los vegetales en coro-.

¿Quieres probar algo delicioso? Peluchín frunció el ceño, pero decidió darles una oportunidad. Tomó un bocado de tomate, luego otro de lechuga y finalmente probó un pepinillo. Para su sorpresa, ¡le encantaron! Las verduras eran sabrosas y refrescantes.

Peluchín se dio cuenta de que había estado equivocado todo este tiempo. - ¡Wow! - exclamó Peluchín -. Estas verduras son deliciosas. Me equivoqué al pensar que no me gustaban.

A partir de ese día, Peluchín comenzó a comer más verduras y a disfrutarlas con sus amigos. Juntos prepararon ensaladas coloridas y nutritivas para compartir con todos los animales del bosque. Peluchín aprendió una valiosa lección: no debemos juzgar algo sin antes probarlo.

A veces nos sorprendemos gratamente cuando dejamos nuestras ideas preconcebidas atrás. Desde entonces, Peluchín se convirtió en un zorro muy saludable y feliz. Siempre recordaba aquel huerto lleno de vegetales frescos que lo ayudaron a cambiar su forma de pensar sobre las verduras.

Y así, Peluchín vivió muchas aventuras junto a sus amigos mientras disfrutaban comiendo sano y compartiendo risas en el hermoso bosque donde todos aprendieron que nunca hay que dejar de probar cosas nuevas.

FIN.

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