El zorro y el erizo


En un hermoso bosque, vivían muchos animales de distintas especies. Entre ellos se destacaban un astuto zorro y un modesto erizo. El zorro era conocido por su ingenio y su habilidad para engañar a los demás animales del bosque. Por otro lado, el erizo era discreto, pero también muy sabio y humilde. Un día, el zorro se pavoneaba por el bosque, alardeando de su astucia y burlándose de la sencillez del erizo.

"¡Mira erizo, qué lento y torpe eres! No puedes compararte con mi rapidez y astucia. Soy el más listo de todos en el bosque", se jactaba el zorro. El erizo, tranquilo y firme, simplemente respondió: "Cada uno tiene sus propias habilidades, zorro. Ser humilde es más valioso que alardear de astucia". El zorro, despreciando las palabras del erizo, decidió organizar una competencia para demostrar quién era el más hábil.

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El desafío consistía en correr por el bosque y llegar a un árbol en el otro extremo. El zorro, confiado en su destreza, partió velozmente y decidió tomar atajos, saltando sobre rocas y esquivando obstáculos. Mientras tanto, el erizo comenzó a caminar con calma, sin apresurarse. El zorro, al llegar al árbol, se vanaglorió de su pronta victoria. Sin embargo, al mirar hacia atrás, notó que el erizo ya estaba allí, sonriéndole con humildad. Sorprendido, el zorro preguntó: "¿Cómo es posible? ¡Yo soy mucho más rápido y astuto que tú!". El erizo, con serenidad, le explicó: "La humildad me enseñó a aprovechar mis propias habilidades. Mientras tu corrías desesperado, yo simplemente seguí mi camino sin jactarme de mis capacidades".

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El zorro, avergonzado por su actitud vanidosa, reflexionó sobre la lección que acababa de recibir. A partir de ese día, aprendió a valorar la humildad y a reconocer las virtudes de los demás. Y así, el zorro y el erizo se convirtieron en grandes amigos, cada uno aportando su sabiduría y sus dones al bosque, demostrando que la verdadera grandeza surge de la humildad y el respeto hacia los demás.

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