El Zorro y el Pastor de Ovejas



En un tranquilo valle, donde las flores crecían a raudales y el sol brillaba intensamente, vivía un pastor de ovejas llamado Tomás. Era un joven amable y generoso que tenía una relación especial con sus animales; cada mañana, los guiaba a pastar en las verdes colinas. Pero en ese mismo valle, había un zorro travieso llamado Federico, que siempre estaba tramando alguna estratagema para vivir de una manera más cómoda.

Un día, mientras Tomás llevaba a sus ovejas al prado, Federico lo observaba a escondidas. Si lograba engañar al pastor, podría disfrutar de un suculento almuerzo de oveja sin esfuerzo.

- ¡Me gustaría saber cómo hacer que el pastor me regale una de sus ovejas! -calculó el zorro para sí mismo. Pero no pensaba en lo que pasaría si lo descubría.

Entonces, Federico se disfrazó de un viejo sabio con un sombrero gigante y una larga barba. Se acercó al camino por donde pasaba Tomás con sus ovejas.

- ¡Detente, buen pastor! -gritó Federico, tratando de imitar una voz profunda y enigmática.

Tomás, sorprendido, miró a su alrededor y vio al extraño zorro disfrazado.

- ¿Quién eres? -preguntó Tomás, con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

- Soy un sabio que conoce secretos valiosos sobre cómo cuidar a tus ovejas. -dijo el zorro, inflando el pecho.

- ¿De verdad? -preguntó Tomás, intrigado. -¿Qué secretos conoces?

- Este valle tiene un lugar mágico donde un canto especial fortalece a las ovejas. Si me das una de ellas, te llevaré a ese lugar muy especial -prometió Federico, mientras en su mente pensaba en cómo devorarse a la oveja después.

Tomás dudó un momento, pero su curiosidad fue mayor. -Está bien, una oveja no será un gran sacrificio si obtengo la sabiduría que necesitas -aceptó, señalando a una de sus ovejas más jóvenes.

Federico se llevó a la oveja y, mientras caminaban, pensó en cómo sería saborear ese delicioso almuerzo. Sin embargo, algo inesperado ocurrió: cuando llegaron al lugar mágico, se dieron cuenta de que estaba lleno de otras criaturas, que también deseaban disfrutar del canto especial.

- Espera, esto no es lo que esperaba... -murmuró Federico, mientras las otras ovejas comenzaron a cantar con alegría. El canto no solo hizo vibrar el aire, sino que tocó el corazón del zorro.

Mientras disfrutaban de la melodía, Federico vio a la oveja que había tomado de Tomás, bailar alegremente, y comenzó a sentir remordimientos.

- Nunca pensé que podrías alegrar así mi día -dijo Federico, sintiendo una extraña conexión con la oveja.

Al darse cuenta de que había hecho un gran error llevándola, decidió devolverla al pastor.

- No puedo hacer esto -se dijo a sí mismo. -No quiero lastimar a un amigo y no quiero que esta oveja pierda su hogar.

Corrió de regreso al valle, dejando el lugar mágico detrás de él. Ya no tenía el disfraz de 'sabio' en su mente; en lugar de eso, tenía el deseo de hacer lo correcto.

Al llegar, encontró a Tomás preocupado por la ausencia de su oveja. Con el corazón en la mano, Federico apareció frente a él.

- ¡Tomás, te he traído a tu oveja de vuelta! -gritó el zorro, un poco avergonzado pero decidido.

Los ojos de Tomás se iluminaron al ver a su oveja regresar.

- ¡Federico! -exclamó, sorprendido. -No esperaba que regresaras, pero me alegra verte.

- He aprendido que ser astuto no significa hacerle daño a los demás. -dijo Federico, mirando al pastor con sinceridad.

Tomás sonrió. -Está bien, todos cometemos errores. Lo importante es aprender de ellos. Te agradezco que hayas devuelto a mi oveja, eso demuestra que tienes un buen corazón.

Desde entonces, Federico y Tomás se hicieron buenos amigos. El zorro dejó de intentar cazar ovejas y en su lugar se unió al pastor en los prados, ayudándole a cuidar de sus animales. Además, las ovejas lo aceptaron y empezaron a confiar en él.

Así, en lugar de ser enemigos, el zorro y el pastor encontraron una amistad inesperada, recordándoles a todos en el valle que la bondad puede cambiar incluso los corazones más astutos. Juntos, aprendieron que la verdadera riqueza se encuentra en los amigos y en la honestidad.

El valle nunca volvió a ser el mismo y siempre permaneció lleno de risas, música y amistad, donde Federico y Tomás demostraron que los giros de la vida pueden llevarte a los lugares más maravillosos si decides actuar con bondad.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!