El zorro y la fabrica de sueños



En un pequeño pueblo de la Argentina, había una fábrica de juguetes que siempre sonaba llena de risas y alegría. Sin embargo, había un secreto que nadie conocía: un zorro atrapado en una jaula dentro de la fábrica. El zorro, llamado Zafiro, había llegado allí por accidente, persiguiendo una mariposa. Cuando se dio cuenta, la puerta de la fábrica se cerró detrás de él y quedó atrapado en una jaula que había sido olvidada.

Un día, mientras los trabajadores desarmaban cajas llenas de muñecos de peluche, una niña llamada Lía, que había llegado con su mamá, escuchó un suave llanto.

"¿Qué será ese ruido?", se preguntó, intrigada.

Decidida a investigar, Lía se acercó a la jaula y vio a Zafiro.

"¡Pobrecito!", exclamó, "¿Por qué estás aquí encerrado?".

Zafiro, al ver a la niña, levantó su cabeza con curiosidad.

"Yo persiguía a una mariposa y terminé aquí. He estado atrapado durante días. ¿Podrías ayudarme?".

Lía se sintió muy apenada por el pobre zorro. Sin embargo, sabía que no podía abrir la jaula y dejarlo escapar sin más.

"Voy a pensar en un plan para liberarte, Zafiro. No te preocupes, no te dejaré aquí solo."

Así que esa noche, mientras todos dormían, Lía regresó a la fábrica con su amigo Tomás, un niño aventurero y muy ingenioso.

"Si usamos una ramita como palanca, quizás consigamos abrir la jaula", sugirió Tomás.

Lía asintió emocionada. Juntos, trabajaron сon cuidado, pero justo en el momento en que iban a abrir la jaula, escucharon ruido. Era el dueño de la fábrica que estaba dando su ronda nocturna!"¡Rápido! ¡Escondámonos!", susurró Lía mientras se metían detrás de unas cajas.

El dueño se acercó, miró a su alrededor y, al no ver nada sospechoso, volvió a su oficina. Aliviados, Lía y Tomás se dieron cuenta de que necesitaban un nuevo plan.

"Tenemos que distraerlo de alguna manera para que no nos vea mientras abrimos la jaula", dijo Tomás con un brillo en los ojos.

Lía pensó en algo.

"Puedo traer algunas de las cajas de juguetes y hacer ruido para que venga a ver qué pasa. ¿Qué te parece?".

Tomás sonrió.

"¡Genial! Mientras él mira hacia allá, aprovechemos para ayudar a Zafiro."

El plan estaba en marcha. Lía salió corriendo hacia una esquina donde había varios juguetes apilados, y comenzó a mover las cajas, haciendo crujir y chirriar los juguetes. El dueño de la fábrica, al escuchar el alboroto, empezó a acercarse.

"¿Qué es todo este ruido?", gritó mientras iba a investigar.

Aprovechando la distracción, Lía y Tomás corrieron hacia la jaula.

"¡Vamos, Zafiro!"

"¡Apúrate!".

Con un gran esfuerzo, Lía logró colocar la ramita en la cerradura de la jaula y presionó con todas sus fuerzas.

"¡Funciona! ¡La puerta se está abriendo!", exclamó Tomás emocionado.

Finalmente, la jaula se abrió, y Zafiro salió, aliviado y agradecido.

"¡Gracias, amigos! Por fin soy libre!".

"Ahora, ¿cómo salimos de aquí sin que nos vean?"

FIN.

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