El zorro y la manzana dorada
Había una vez un pequeño chanchito llamado Pancho, quien vivía en una granja rodeada de hermosos campos verdes y árboles frutales. Un día, mientras jugaba con sus amigos cerditos, se distrajo y terminó perdiéndose en el bosque cercano.
Al principio, Pancho estaba emocionado por explorar un lugar tan nuevo y diferente. Pero a medida que pasaban las horas sin encontrar su camino de regreso a casa, comenzó a sentirse triste y asustado.
- ¿Dónde estoy? - se preguntaba entre lágrimas -. Quiero volver con mi familia. De repente, escuchó un ruido extraño detrás de unos arbustos. Con miedo pero curiosidad, decidió acercarse para investigar.
Para su sorpresa, encontró a un zorro hambriento que lo miraba con ojos ansiosos. - Hola amiguito - dijo el zorro con voz amable -, ¿qué haces aquí solito? - Me perdí - respondió Pancho tembloroso -. Quiero volver a casa.
El zorro sonrió maliciosamente al darse cuenta de la oportunidad perfecta para tener una cena deliciosa esa noche. Sin embargo, algo en los ojos tristes del chanchito lo hizo cambiar de opinión.
- Escucha amigo - dijo el zorro compasivo -, yo te ayudaré a encontrar tu hogar si me prometes algo a cambio. Pancho no sabía qué ofrecerle al astuto animal para salvar su vida. Fue entonces cuando recordó la manzana dorada que había encontrado en uno de los árboles del bosque durante su aventura perdida.
- Tengo algo que te puede gustar - dijo Pancho con timidez -. Una manzana dorada muy deliciosa.
¿La quieres? El zorro aceptó la oferta y juntos comenzaron a caminar por el bosque en busca de la granja de Pancho. En el camino, se encontraron con varios animales que parecían conocer al chanchito. - ¡Hola Pancho! - saludó una gallina mientras picoteaba el suelo -.
¿Qué haces aquí fuera de tu casa? - Me perdí - respondió Pancho con tristeza -, pero este zorro me está ayudando a encontrar mi camino de regreso. La gallina miró al zorro con desconfianza, pero decidió no interferir en lo que parecía ser una promesa honesta entre dos amigos inesperados.
Finalmente, después de muchas horas caminando, llegaron a la granja donde vivía la familia de Pancho. El chanchito estaba tan feliz y emocionado por volver a casa que casi olvidó su miedo inicial cuando se perdió.
- Muchas gracias por ayudarme, amigo zorro - dijo Pancho mientras le entregaba la manzana dorada -. Eres un verdadero héroe para mí. El zorro sonrió satisfecho y se alejó del lugar sabiendo que había hecho algo bueno ese día.
Por otro lado, los padres cerditos estaban profundamente preocupados por haber perdido a su hijo pequeño durante tantas horas.
Sin embargo, cuando vieron a Pancho regresar sano y salvo junto a un extraño animal amigable, supieron que todo estaría bien desde entonces. Desde ese día en adelante, los cerditos aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de no perderse y confiar en los extraños.
También aprendieron que incluso el animal más astuto puede tener un corazón bondadoso si se lo propone. Y así, Pancho vivió feliz con su familia y amigos, sabiendo que había encontrado un amigo inesperado ese día en el bosque.
FIN.