El Zorzal Curioso y el Misterio del Bosque
Era una hermosa mañana en el bosque de la Alegría, donde los árboles se mecen al ritmo de la brisa y el canto de las aves resuena en el aire. Entre las ramas, vivía un zorzal llamado Tero, conocido por su intensa curiosidad y su habilidad para cantar. Sin embargo, esa mañana, Tero se sentía inquieto. Había escuchado rumores de un lugar oscuro en el bosque llamado "El Claro del Misterio". Nadie se atrevía a acercarse, pero Tero, con su espíritu aventurero, no pudo resistir la tentación.
"¿Qué habrá en el Claro del Misterio?" - se preguntó Tero, agitando sus alas.
Decidió que, en lugar de asustarse, iba a investigar. Voló hacia la parte más oscura del bosque, donde los rayos del sol apenas tocaban el suelo. Mientras se acercaba al Claro, escuchó voces entre las hojas.
"¿Escuchaste? El zorzal curioso está viniendo hacia aquí..." - murmulló una ardilla asustada.
"No debería estar aquí, ¡es peligroso!" - respondió una tortuga lentamente.
Tero, sintiéndose un poco asustado, decidió que debía demostrarles que no había nada que temer.
"¡Hola! Soy Tero, el zorzal curioso. No vengo a asustar, solo a descubrir. ¿Qué hay de malo en el Claro del Misterio?" - preguntó con valentía.
Las criaturas del bosque lo miraron sorprendidas.
"No lo sabes, Tero..." - murmuró la ardilla.
"Se dice que hay un monstruo que guarda el claro y asusta a todos los que se acercan" - explicó la tortuga.
Tero, lejos de asustarse, sintió una chispa de determinación.
"Si hay un monstruo, tal vez solo está asustado y necesita un amigo" - sugirió.
Las criaturas se miraron entre sí, confundidas. Nunca habían pensado en eso. Con el corazón latiendo fuerte, Tero continuó su camino hasta el Claro del Misterio. Una vez allí, vio sombras moviéndose entre los árboles.
"¿Hola? ¿Hay alguien aquí?" - gritó, intentando sonar amistoso.
De repente, una figura enorme emergió de entre las sombras. Era un gran oso con una mirada triste.
"¿Quién osa entrar en mi claro?" - preguntó el oso, pero su voz sonaba más a triste que a feroz.
"Soy Tero, un zorzal curioso. Solo quería entender por qué nadie se acerca a este lugar. ¿Eres tú el monstruo?" - dijo Tero valientemente.
El oso quedó sorprendido.
"No soy un monstruo..." - respondió con un suspiro. "Soy solo un oso solitario. La gente me teme porque no saben que solo quiero estar a solas y no hacer daño".
Tero se acercó, sintiendo compasión.
"No tienes que estar solo. Puedo ser tu amigo y mostrarle a los demás que no eres un monstruo" - dijo Tero con una gran sonrisa.
El oso no podía creer lo que escuchaba. Sintió que su corazón se iluminaba con la calidez de la amistad.
"¿De verdad lo harías?" - preguntó con ojos brillantes.
"Por supuesto. Vamos a mostrarles que no hay nada que temer" - respondió Tero.
Así, Tero y el oso comenzaron a planear. Tero primero fue a contarle a las otras criaturas del bosque.
"¡No hay un monstruo!" - gritó Tero. "Es un gran oso que solo quiere amigos. Debemos acercarnos y conocerlo".
Al principio, todos estaban asustados, pero gracias a la valentía y la curiosidad de Tero, decidieron darle una oportunidad. Fue así que, junto a Tero, se acercaron al Claro del Misterio. El oso, temblando un poco, salió a darles la bienvenida.
"Hola, soy Bruno, y no quiero asustarlos" - dijo el oso con una voz suave.
Al principio, las criaturas dudaron, pero con el canto angelical de Tero animándolos, empezaron a acercarse. Uno a uno fueron acercándose hasta que todos estaban juntos en el claro.
"¡Hola, Bruno!" - dijo la ardilla, un poco más tranquila. "¿Quieres jugar con nosotros?"
"¡Sí, claro!" - respondió Bruno, su rostro iluminado por una gran sonrisa.
Y así, el Claro del Misterio se convirtió en un lugar de alegría. Las criaturas descubrieron que Bruno, el oso, era cariñoso y divertido. Inventaron juegos, cantaron y compartieron historias. Tero se convirtió en el puente de una maravillosa amistad.
Desde ese día, el bosque de la Alegría se llenó de aún más risas y melodías. Tero aprendió que, a veces, lo desconocido puede dar miedo, pero con valentía y curiosidad, puede convertirse en una aventura maravillosa.
Y así, el zorzal curioso no solo conquistó el miedo, sino que también ayudó a un amigo a encontrar compañía. Y el Claro del Misterio se transformó en El Claro de la Amistad, donde todos se reunían, sin miedos, para celebrar la alegría de ser amigos.
El fin.
FIN.