El Zorzal en el Patio de la Escuela
Era un día soleado en la escuela Primaria Arcoiris, y los chicos de tercer grado jugaban en el patio, cuando de repente, un hermoso zorzal, con su plumaje marrón y su canto melodioso, se posó sobre una rama de un árbol cercano.
- ¡Miren, un zorzal! -exclamó Sofía, señalando al pájaro.
- ¡Qué lindo! -dijo Lucas, acercándose con cautela para no asustarlo.
- Y canta tan bonito -agregó Tomás, aplaudiendo cuando el zorzal comenzó a trinar.
Mientras todos escuchaban embelesados, la maestra Elena se acercó a ellos.
- Chicos, ¿sabían que el zorzal no solo canta para alegrarnos, sino que también canta para atraer a su pareja y defender su territorio? -explicó con una sonrisa.
Los niños la miraron con curiosidad, y Sofía preguntó:
- ¿De verdad? ¡Qué interesante! -
- Sí -asintió la maestra- Es un canto muy importante para ellos. Pero este zorzal parece que se siente a gusto aquí.
Los chicos decidieron llamarlo de alguna manera, y después de varias ideas locas, Tomás propuso:
- ¡Lo llamaremos Zorzi! -
- ¡Zorzi! -gritaron todos, riendo y aplaudiendo.
Pasaron los días y Zorzi se convirtió en una especie de mascota de la escuela. Cada vez que los niños salían al recreo, él los recibía con su canto alegre.
- ¡Miren, ahí viene Zorzi! -gritó Lucas un día, y todos corrieron hacia el árbol para verlo.
- Zorzi, Zorzi, vení! -llamaba Sofía mientras le ofrecía migas de pan.
Pero algo extraño sucedió. Un día, Zorzi no apareció. Los niños se preocuparon.
- ¿Dónde estará? -se preguntaba Tomás.
- Quizás se fue a buscar comida -dijo la maestra Elena tratando de tranquilizarlos.
- O a buscar una pareja -agregó Sofía, un poco triste por la ausencia de su amigo.
Pasaron tres días sin ver a Zorzi, y los niños se sentían desanimados. Sin embargo, un día, cuando ya habían perdido las esperanzas, escucharon un canto familiar.
- ¡Es Zorzi! -gritó Lucas, mientras todos corrían hacia el árbol.
Zorzi no venía solo: traía consigo una zorzalita, que lo miraba con cariño.
- Miren, Zorzi ha encontrado una amiga -dijo Tomás con emoción.
- ¡Qué felicidad! -exclamó Sofía.
El zorzal y la zorzalita comenzaron a cantar juntos, llenando el aire del patio con su música. Los niños observaban asombrados.
- Esto es como un cuento de hadas -susurró Lucas.
- Sí, y aprendimos algo muy importante -dijo la maestra Elena- Zorzi nos mostró que a veces, para encontrar lo que buscamos, debemos salir de nuestra zona de confort.
Los días pasaron, y cada vez que Zorzi y su nueva amiga cantaraban, los niños comprendían más sobre la vida. Se dieron cuenta de que Zorzi no solo había venido para alegrarles, sino que había enseñado una valiosa lección: un amigo o una amiga puede hacer toda la diferencia en nuestras vidas, y a veces hay que tener el valor de dejar atrás lo familiar por un tiempo para encontrar lo nuevo y maravilloso.
Desde aquel día, los niños del patio no solo jugaban y se reían, sino que también observaban con cariño a Zorzi y a su pareja, aprendiendo que cada encuentro trae consigo una lección.
Y así, con Zorzi rondando en su patio, la escuela Arcoiris se convirtió en un lugar lleno de risas, música y amigos, donde cada día era una nueva oportunidad para aprender y crecer juntos.
FIN.