El zorzal en la ventana
Había una vez, en un pequeño pueblo argentino llamado Villa Lúmina, una biblioteca encantadora. Era un lugar lleno de libros, historias y un mágico silencio que invitaba a leer y soñar. Sin embargo, lo que la mayoría de las personas no sabía era que esa biblioteca tenía un pequeño secreto: había un zorzal llamado Zuri que se había quedado atrapado en una de las ventanas.
Zuri era un zorzal curioso que amaba la música y los cuentos. Un día, mientras volaba por el pueblo, vio su reflejo en la ventana de la biblioteca, y decidió acercarse. Pero, ¡oh sorpresa! Al intentarlo, quedó atrapado y comenzó a piar fuertemente.
“¡Ayuda! ¡Estoy atrapado! ” gritó Zuri.
“¿Quién anda ahí? ” preguntó la bibliotecaria, la señora Mabel, que estaba organizando unos libros.
“Soy yo, Zuri, el zorzal. Necesito ayuda para salir de aquí,” respondió el pajarito.
“Mirá, no sé cómo deshacerme de este problema,” dijo la señora Mabel, mientras intentaba abrir la ventana con un poco de miedo, “porque me da un poco de terror el pensar que podría picotearme.”
“¡Pero si soy un zorzal amigable! Solo necesito que me ayudes a salir,” insistió Zuri, tratando de sonar lo más convincente posible.
En ese momento, entró al lugar un grupo de niños que venían a la biblioteca a leer cuentos, liderados por Tomás, un niño lleno de energía y con una gran imaginación.
“¿Qué pasa, Mabel? ¿Por qué estás hablando con un pájaro? ” preguntó Tomás divertido.
“Este zorzal se ha quedado atrapado en la ventana y no sé cómo salvarlo,” explicó la señora Mabel, todavía nerviosa.
“¡Yo puedo ayudar! ” exclamó Tomás, mientras se acercaba a la ventana.
“¡Cuidado! No te acerques demasiado. Puede que se asuste,” advirtió Mabel.
“¡No te preocupes! Voy a cantarle para que se tranquilice,” dijo Tomás. Y empezó a cantar una melodía alegre.
“¡Eso suena bien! ¡Canta más! ” animó Zuri, encantado por la música.
Los niños comenzaron a reunirse alrededor de la ventana, sumándose a la canción de Tomás. A medida que la melodía llenaba el aire, Zuri se sintió más tranquilo y decidió hacer un pequeño intento por escabullirse.
“¡Voy a intentar volar fuera de aquí! ” gritó Zuri, y mientras los niños cantaban, el pajarito hizo el mejor esfuerzo. Pero se dio cuenta de que estaba muy aturdido.
“¡Ay caramba! Este intento no fue muy exitoso,” se quejó.
“¿Qué tal si nos cuentas una historia mientras intentamos ayudarte? ” propuso una niña llamada Clara.
“¡Sí! ¡Eso acompañará bien la música! ” agregó otra, llamada Sofía.
“De acuerdo, pero necesito que todos escuchen atentamente para poder concentrarme y salir,” dijo Zuri con una sonrisa.
Y así fue como comenzó la historia del valiente Zorzal, que tuvo que superar varios desafíos para encontrar su hogar. Zuri relató sobre sus travesuras en el bosque, las lecciones aprendidas y las amistades forjadas. Cada niño estaba pegado a su relato, riendo y llorando, perdidos en sus historias.
Justo cuando Zuri estaba narrando el momento más emocionante, se oyó un gran estruendo. ¡Oh no! Una tormenta había empezado a formarse fuera de la biblioteca. Los niños se asustaron, pero Mabel les dijo que estuvieran tranquilos.
“¡No se preocupen! Vamos a quedarnos aquí hasta que pase la tormenta,” dijo, intentando mantener la calma.
Frente al asombro de todos, durante la tormenta un rayo iluminó la biblioteca, y cuando el sonido se apagó… ¡la ventana se había roto! Zuri vio una oportunidad.
“¡Es mi momento! ¡Adiós, amigos! ” gritó Zuri mientras volaba a toda velocidad hacia afuera.
“¡Espera! ¡No te vayas sin agradecernos! ” gritó Tomás.
Sin embargo, antes de que pudiera responder, Zuri se detuvo en el aire, miró hacia atrás y dijo:
“¡Gracias por dejarme contar mis historias! Siempre tendré un lugar especial en mi corazón para ustedes.” Y continuó su vuelo hacia el cielo despejado.
Los niños, aunque tristes por la partida de su amigo zorzal, aprendieron algo muy valioso: que la ayuda sincera y la amistad pueden ser la solución incluso en los momentos más difíciles.
A partir de ese día, la biblioteca de Villa Lúmina siempre fue un lugar lleno de música y risas, y cada vez que un zorzal volaba cerca, los niños miraban hacia arriba con una gran sonrisa, recordando al pajarito que les había enseñado el poder de las historias y la amistad.
Fin.
FIN.