El Zorzal en la Ventana
En la escuela de Abbott, todos los días eran un poco parecidos, hasta que un día, un pequeño zorzal se posó en la ventana de la biblioteca. Era un hermoso pájaro de plumas brillantes. La bibliotecaria, la señora Clara, lo miró con asombro.
"¿Has visto a este zorzal?", dijo la señora Clara a los chicos que estaban leyendo.
Los niños se acercaron al vidrio, sus ojos brillaban de curiosidad.
"¿Por qué vendrá aquí?", preguntó Mateo, un niño lleno de preguntas.
"Quizás le gusta escuchar las historias que contamos aquí", sugirió Valentina, una niña siempre creativa.
El zorzal piaba alegremente, como si quisiera que le prestaran atención. Y así fue como, en vez de leer en silencio, los chicos empezaron a contarle historias al pajarito.
"Érase una vez un valiente zorro que quería encontrar un tesoro...", comenzó Mateo, y el zorzal movía la cabeza, como si estuviera escuchando.
Cada día, el zorzal regresaba, y cada día, los chicos se turnaban para contarle nuevas historias. Un día, Valentina tuvo una idea brillante.
"¡Vamos a hacer un libro!", exclama. "Un libro lleno de historias para nuestro amigo el zorzal".
Los niños se entusiasmaron y comenzaron a escribir. El zorzal, por supuesto, continuó viniendo, y con cada historia, ellos aprendían más sobre la amistad y la importancia de la creatividad.
Pero un día, el zorzal no apareció. Los chicos se sentían tristes y preocupados.
"¿Y si no vuelve?", preguntó Mateo con la voz temblorosa.
"Tal vez voló lejos en busca de aventuras", sugirió Valentina, tratando de animar a sus amigos.
Pasaron varios días sin que el zorzal hiciera una aparición, y la biblioteca se sintió vacía sin su canto. Pero un día, mientras los niños estaban escribiendo, escucharon un sonido familiar.
"¡Miren! ¡El zorzal!", gritó Mateo emocionado. El pequeño pájaro se posó en la ventana, pero esta vez con algo en su pico: un pequeño hilo dorado.
"¿Qué traes ahí?", preguntó Valentina asombrada.
El zorzal dejó caer el hilo sobre la mesa. Los niños lo analizaron y notaron que era un hilo muy especial, lleno de destellos.
"Es un hilo mágico", dijo la señora Clara, acercándose. "Cada historia que han contado debe haber llegado más allá de esta ventana, y ahora el zorzal les ha traído un símbolo de eso".
Entusiasmados por este descubrimiento, los niños decidieron usar el hilo para decorar su libro de historias. Inspirados por el zorzal, escribieron cuentos sobre valentía, amistad y aventuras, llenando las páginas de colores y dibujos.
El día de la presentación del libro llegó. Todos los chicos se reunieron en la biblioteca, ¡y estaban nerviosos pero ansiosos!"Por favor, no se olviden de contarle al zorzal nuestras historias", dijo Valentina, ajustándose su peinado. La biblioteca se llenó de risas y nervios.
Cuando fue su turno, cada niño se levantó y leyó una historia. Al final de la presentación, el zorzal volvió a la ventana, y todos aplaudieron. El pájaro pareció sonreírles, como si supiera que lo habían hecho bien.
"Gracias, querido zorzal, por inspirarnos", dijo Mateo alzando la voz.
Desde ese día, los niños nunca dejaron de contarle historias al zorzal, quien seguía visitándolos en la ventana. Ellos aprendieron que la creatividad puede unir a las personas y que compartir historias puede llevarnos a lugares mágicos. Juntos enfrentaron el miedo de perder a su amigo, y descubrían cómo cada pequeña acción puede traer alegría y color al mundo de alguien más. Así, la biblioteca de la escuela de Abbott se convirtió en un lugar donde los cuentos volaban tan alto como el mismo zorzal.
FIN.