El Zorzal Sospechoso de Fútbol



En un rincón del Parque del Sol, había un zorzal llamado Tito. Tito era un ave muy especial porque le encantaba observar a los niños que jugaban al fútbol. Cada tarde, cuando el sol comenzaba a ocultarse, el parque se llenaba de risas, gritos y los pelotazos que resonaban en el aire.

Un día, Tito decidió que quería ser parte del juego.

-Tengo que aprender a jugar al fútbol -pensó-, así podré unirme a los chicos y divertirme con ellos.

Así que, a la mañana siguiente, se asomó desde su ramita más alta y pronunció a todo pulmón:

-¡Hola, chicos! ¿Puedo jugar al fútbol con ustedes?

Los niños lo miraron extrañados, pero uno de ellos, un niño llamado Julián, sonrió y dijo:

-¿Un zorzal jugando al fútbol? Eso sería divertido.

Pero los demás chicos no estaban tan seguros.

-¡Es un pájaro! -exclamó una niña con coletas-. ¿Cómo va a jugar?

Tito pensó que debía demostrar que era capaz. Así que comenzó a practicar solo. Pasaba horas haciendo de cuenta que driblaba, tiraba y cabeceaba. Pero a pesar de sus esfuerzos, no lograba que el balón se moviera muy lejos.

Un día, mientras practicaba en el parque, Tito se dio cuenta de que no sólo quería jugar, sino también ayudar a los chicos. Así que pensó en una idea.

-¡Ya sé! -dijo muy emocionado. Voy a ser el mejor animador del fútbol.

Al día siguiente, Tito se colocó una pequeña bandera en su pico y voló sobre el campo de juego.

-¡Vamos, chicos! ¡Pueden hacerlo! -gritó con todas sus fuerzas.

-Sí, Tito, pero... ¿por qué no juegas? -le preguntó Julián mientras corría por la cancha.

-Si no juego, puedo animarlos mejor. ¡Miren cómo vuelo! -Tito revoloteó en círculos, haciendo piruetas en el aire.

Los chicos comenzaron a reír y a disfrutar del espectáculo. Las risas se multiplicaron y la energía positiva creció. Cada vez que alguien fallaba un tiro, Tito estaba allí.

-¡No te preocupes, volver a intentar! ¡Sigue soñando! -los alentaba.

Lo curioso fue que, a medida que pasaban los días, Tito se convirtió en el referente de ánimo en el fútbol del parque. Los chicos lo empezaron a querer y, poco a poco, se dio cuenta de que, aunque no podía jugar en el sentido tradicional, su forma de alentar los hacía sentir mejor.

-¡Tito, sos el mejor! -le decía una niña que siempre hacía goles.

-¡Sos un crack! -repetían los demás.

Pero un día, las cosas cambiaron. Al llegar al parque, Tito notó que no había nadie. Lo primero que pensó fue:

-¿Dónde están todos mis amigos?

Y entonces escuchó un ruidito que venía de la cancha. Cuando voló cerca, vio a los chicos sentados en el césped, desanimados.

-¿Qué pasó, chicos? -preguntó preocupado.

-Es que nadie quiere jugar hoy. Se olvidaron de la alegría del fútbol, están tan concentrados en ganar que se olvidaron de divertirse -dijo Julián, con la mirada triste.

Tito comprendió que era el momento perfecto para actuar.

-¡Chicos! ¡No se olviden de lo más importante! -les dijo con entusiasmo-. ¡El fútbol es para disfrutar, no solo para ganar!

Los chicos lo miraron, algunos sonrieron levemente, pero seguían sin animarse.

-¡Hagamos un juego diferente! -propuso Tito. -Vamos a ver quién puede hacer la mejor pirueta, ¡y el perdedor será el que anime al siguiente juego!

Los niños comenzaron a reírse y decidieron darle una oportunidad a Tito. Así fue como cada niño, a su modo, empezó a hacer piruetas y cada vez que uno fallaba, Tito estaba cerca para animarles.

-Vamos, vamos, lo estás haciendo genial -les decía.

Con el rato, el parque empezó a llenarse de risas y alegría nuevamente. El fútbol había vuelto a ser divertido, y Tito se sintió feliz por haber podido ayudar a sus amigos.

-Tito, sos el mejor animador del fútbol -dijo Julián, abrazándolo.

-Gracias, chicos. Pero lo más importante es que ustedes son los que hacen el juego especial. ¡Juntos somos un gran equipo!

Desde aquel día, cada vez que alguien se sentía desanimado, sabían que podían contar con Tito para levantar el ánimo. Y aunque el zorzal nunca jugó al fútbol, sí se convirtió en el mejor amigo de todos, enseñándoles que lo más importante no es ganar, sino disfrutar del tiempo juntos.

Y así, el zorzal sospechoso de fútbol se hizo un lugar especial en el corazón de todos los chicos del parque.

Fin.

FIN.

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