El Zorzal y el Misterio de la Biblioteca



Era una tarde tranquila en el barrio El Bosque, y los rayos de sol iluminaban la pequeña biblioteca que llevaba años siendo el refugio de niños y adultos. La biblioteca se llamaba "Tractores y Autos" porque tenía una fabulosa colección de libros sobre vehículos y maquinarias. Los chicos se reunían ahí a leer, jugar y aprender.

Un día, mientras los niños estaban en actividades, Lila, la bibliotecaria, escuchó un alegre trinar. Salió a ver qué pasaba y encontró a un hermoso zorzal posado en la ventana.

"¡Hola, buen amigo! ¿Qué haces por aquí?" - le dijo Lila con una sonrisa.

El zorzal, como si entendiera, cantó nuevamente, esta vez más fuerte, como si quisiera contarle un secreto.

"¿Te gustaría entrar a la biblioteca?" - le preguntó Lila, abriendo la ventana con cuidado.

El zorzal, curioso, entró volando y se posó en una estante lleno de libros.

Los niños, al notar la presencia del zorzal, se acercaron entusiasmados.

"¡Qué lindo! ¡Vino a contarnos una historia!" - exclamó Mateo.

"¿Y si hacemos que cuente una historia?" - sugirió Valen, siempre lleno de ideas.

El zorzal, quizás sintiendo la buena energía, comenzó a piar melodiosamente. Lila se rió y dijo:

"¿Y si le pedimos que nos lleve a un viaje?"

Los niños aplaudieron emocionados.

Lila, con su cariño especial, tomó un libro titulado "El Gran Viaje de los Animales" y comenzó a leer en voz alta.

"Érase una vez un grupo de amigos que decidió explorar el mundo y..."

Mientras leía, los ojos de los niños brillaban de emoción. El zorzal parecía disfrutar de la historia, moviendo dulcemente su cabeza al ritmo del relato.

De repente, un misterio apareció en la línea de la historia. Los animales necesitaban cruzar un río tumultuoso, pero no tenían un medio para hacerlo.

"¿Qué podemos hacer?" - se preguntó un pequeño conejo en la historia.

Los niños comenzaron a pensar en soluciones.

"¡Podrían hacer una balsa!" - propuso Malena.

"O ¡usar un tronco!" - agregó Agustín, entusiasmado.

Todos comenzaron a sugerir ideas en un torrente de creatividad.

El zorzal, con su canto, pareció animar aún más a los pequeños. El ambiente se llenó de risas y propuestas.

Lila decidió aprovechar la ocasión y dijo:

"¿Y si diseñamos nuestra propia balsa?"

Los niños encontraron cartones, cintas y todo lo que pudieron. Mientras trabajaban, el zorzal observaba, como si fuera su amigo más fiel.

Cuando terminaron, había un gran modelo de balsa: "¡Listo! Ahora, ¿está nuestro zorzal listo para zarpar?" - preguntó Lila.

"¡Sí!" - gritaron los chicos.

Todo estaba bien, hasta que, de pronto, desde fuera, un viento fuerte sopló y el zorzal se asustó:

"¡Tranquilo, amigo! ¡Estamos contigo!" - lo animó Mateo.

El zorzal se calmó y lentamente volvió a acercarse.

Finalmente, llegaron a la parte de la historia donde los amigos cruzan el río.

"Y así, con valor y apoyo, lograron alcanzar la otra orilla!" - leyó Lila emocionada.

Los niños estallaron en aplausos, y el zorzal cantó con alegría.

Cuando el sol se empezó a esconder, el zorzal se posó en el hombro de Lila, como agradecimiento.

"¿Vas a volver, pequeño amigo?" - preguntó Lila.

El zorzal, como respuesta, hizo un trino brillante y salió volando por la ventana, prometiendo visitar de nuevo.

"¡Hasta luego, zorzal! ¡Ésta fue la mejor historia!" - gritaron todos juntos.

Desde ese día, la biblioteca "Tractores y Autos" se llenó de cantos y risas. Los niños no solo aprendieron sobre maquinarias, sino también sobre la amistad, la valentía y la creatividad.

La visita del zorzal se convirtió en una tradición, y cada vez que escuchaban su canto, sabían que era un recordatorio especial de que las historias pueden unirnos, y que siempre podemos crear algo maravilloso juntos.

FIN.

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