Eldita y el misterio de la Ciudad de Lima



En una colorida mañana en la mágica ciudad de Lima, un grupo de amigos, entre ellos Eldita, Jairo y Liseth, decidieron explorar un jardín secreto que habían escuchado de los abuelos: el Jardín de los Susurros.

-Eldita, estoy ansiosa por ver cómo es ese jardín de los Susurros -exclamó Liseth mientras saltaba de emoción.

-Sí, dicen que las flores hablan y que los árboles cuentan historias -dijo Jairo, rascándose la cabeza con curiosidad.

El trío se aventuró por un camino enmarañado que rodeaba la ciudad. Mientras caminaban, notaron que la naturaleza parecía cobrar vida a su alrededor. Mariposas de colores y aves cantores los guiaban, como si supieran adónde se dirigían.

-¿Viste eso? -preguntó Eldita, asombrada por un pájaro azul que se posó en su hombro.

-¡Es hermoso! -respondió Liseth, tratando de acercarse al pájaro.

Finalmente, llegaron a una gran puerta de madera cubierta de enredaderas.

-Esta debe ser la entrada al jardín -dijo Jairo, empujando la puerta, que chirrió al abrirse. Dentro, encontraron un mundo deslumbrante: flores de todos los colores brillaban a la luz del sol y el aire estaba impregnado de un dulce aroma.

-¡Guau! -exclamaron todos al unísono.

Pero pronto escucharon un suave susurro que provenía de una flor grande y roja.

-¡Hola, amigos! -dijo la flor.

-¿Puedes hablar? -preguntó Liseth, mirando con asombro.

-Sí, aquí en este jardín, las flores y los árboles pueden hablar, pero sólo con aquellos que tienen un corazón puro y están dispuestos a aprender -respondió la flor.

-Quiero aprender -dijo Eldita, con los ojos brillantes.

-¡Entonces presten atención! -dijo la flor -Este jardín es especial, pero también se está marchitando. Necesitamos ayuda para cuidarlo.

-¿Cómo podemos ayudar? -preguntó Jairo, entusiasmado.

-Primero, deben aprender a escuchar. Cada planta habla a su manera, y sólo si escuchan atentamente podrán entender lo que necesitan -explicó la flor, inclinando sus pétalos como si se preparara para contar una historia.

Así que Eldita, Jairo y Liseth se sentaron en círculo, rodeados de flores y árboles, y comenzaron a escuchar. A través de susurros suaves, las plantas les contaron sobre la importancia del agua, la luz del sol y el amor que necesitaban para florecer.

-¡Es fascinante! -dijo Liseth. -Nunca pensé que las plantas tuvieran tanto que decir.

-¡Tienen sabiduría antigua! -agregó Jairo. -Debemos hacer algo para ayudarlas.

-¡Sí! -junto con Eldita. -Vamos a buscar agua y ver cómo podemos ayudar a las plantas a crecer sanas y fuertes.

Con sus corazones llenos de determinación, los tres amigos se mostraron dispuestos a ayudar. Pasaron horas recogiendo agua y asegurándose de que cada planta recibiera lo que necesitaba. Jugaron, aprendieron y, sobre todo, escucharon.

Después de un día lleno de esfuerzo y camaradería, el jardín comenzó a brillar aún más. Las flores se abrieron como sonrisas y los árboles, agradecidos, contaron historias de alegría y esperanza.

-Gracias, amigos -susurró la flor roja, extendiendo sus pétalos como símbolo de gratitud. -¿Por qué no vuelven a visitarnos? Este lugar necesita guardianes como ustedes.

-¡Sí, prometemos volver! -gritaron juntos.

Entonces, Eldita, Liseth y Jairo se despidieron del jardín de los Susurros, llevándose no solo recuerdos, sino también la lección de que escuchar y cuidar de lo que nos rodea es fundamental para mantener la vida y la felicidad en el mundo.

Desde ese día, los tres amigos regresaron al jardín cada fin de semana, convirtiéndose en verdaderos guardianes de la naturaleza, asegurándose de que las flores hablasen y los árboles contaran sus historias. Y así, Eldita, Jairo y Liseth demostraron que a veces la magia está en las pequeñas acciones y en el poder de escuchar.

Fin.

FIN.

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