Electra y los zorros salvadores
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una nena llamada Electra. Electra era una niña muy curiosa y traviesa a la que le encantaba explorar el bosque que rodeaba su casa.
Siempre le decían sus papás que tuviera cuidado y no se alejara demasiado, pero a veces su espíritu aventurero la llevaba más allá de lo permitido. Una tarde soleada, Electra decidió adentrarse aún más en el bosque para descubrir nuevos secretos y tesoros escondidos.
Ignorando las advertencias de sus papás, se alejó cada vez más hasta que se dio cuenta de que estaba completamente perdida. -¡Oh no! ¿Dónde estoy? -se preguntaba Electra asustada mientras miraba a su alrededor buscando algún indicio familiar.
El sol comenzaba a ponerse y el bosque se iba oscureciendo poco a poco. Electra empezó a llorar, arrepintiéndose de no haber escuchado a sus papás.
Pero en ese momento, recordó algo importante: siempre les había prometido que si alguna vez se perdía, debía mantener la calma y buscar ayuda. Decidida a encontrar el camino de regreso a casa, Electra secó sus lágrimas y comenzó a caminar en busca de alguna pista.
Fue entonces cuando escuchó un leve murmullo proveniente de detrás de unos arbustos. Intrigada, Electra se acercó sigilosamente y descubrió a una familia de zorros que vivía en el bosque. Los zorritos estaban jugando entre ellos y al ver a Electra, se acercaron curiosos.
-¿Estás perdida? -preguntó uno de los zorritos con voz amigable. -Sí, me he perdido en el bosque. ¿Podrían ayudarme a encontrar mi camino de regreso a casa? -respondió Electra con esperanza en los ojos.
Los zorros asintieron y le ofrecieron acompañarla hasta la entrada del pueblo. En el camino, compartieron historias divertidas y consejos útiles para moverse con seguridad por el bosque. Finalmente, llegaron al borde del bosque donde los papás de Electra estaban angustiados buscándola desesperadamente.
Al verla sana y salva junto a los amables zorros, no pudieron contener la emoción y abrazaron fuertemente a su hija. -¡Electra! ¡Estábamos tan preocupados! -exclamaron sus papás entre sollozos.
Electra les pidió disculpas por no haberles hecho caso antes e hizo una promesa sincera: nunca más ignoraría las advertencias de sus papás y valoraría su sabiduría y amor incondicional.
Desde ese día, Electra aprendió la importancia de ser prudente y responsable en sus aventuras, siempre recordando que la familia es un refugio seguro en cualquier situación difícil. Y así, entre risas compartidas con los zorros amigos, volvió a casa con una valiosa lección aprendida en su corazón.
FIN.