Elfo Travieso de Alejandra



Era un día soleado de noviembre cuando Alejandra, una niña fuerte y amorosa, estaba jugando en su habitación. Le encantaba la Navidad, y cada año esperaba con ilusión el mes de diciembre. De repente, recibió una carta especial.

"Querida Alejandra, soy Papá Noel. Quiero que sepas que este año tendrás un visitante muy especial. Un elfo vendrá a quedase contigo desde el 1 de diciembre hasta el 24. Recuerda cuidarlo y ponerle un nombre. ¡Él estará aquí para observar cómo te comportas!" - decía la carta.

Alejandra sonrió de oreja a oreja. ¡Un elfo! No podía esperar para conocerlo. Pensó en muchos nombres, pero uno le parecía perfecto: "Chispín".

El 1 de diciembre, cuando despertó, encontró a Chispín sentado en su mesita de luz, con una mirada traviesa y unas pequeñas alas que brillaban al sol.

"¡Hola, Chispín!" - saludó Alejandra emocionada.

"¡Hola, Alejandra! Soy tu elfo!" - dijo Chispín mientras daba un pequeño salto. "Estoy aquí para llenarte de alegría y un poco de travesuras."

Alejandra lo miró con curiosidad. "Pero, ¿qué tipo de travesuras harás?"

"Muchísimas! Pero solo una por día. Y recuerda, no puedes tocarme ni moverme a otro lugar, porque si no, perderé mis poderes mágicos."

Alejandra asintió. Ella era una niña lista y sabía que debía cuidar de su nuevo amigo. Durante los días que siguieron, Chispín hizo muchas travesuras. Un día, escondió todos los zapatos de Alejandra en el árbol de navidad.

"¡Chispín! ¿Por qué hiciste eso?" - preguntó Alejandra riendo. "¡Eso no se hace!"

"Pero, ¡mira qué divertido es! Necesitas un poco de alegría en tu vida, ¿no?" - respondió el elfo con una sonrisa traviesa.

Con cada día que pasaba, Alejandra aprendía algo nuevo de Chispín. Él la animaba a ser creativa y a ayudar a los demás. Un día, Chispín le sugirió hacer tarjetas navideñas y repartirlas a sus vecinos.

"Es importante dar amor en estas fiestas, Alejandra. ¡Vamos a alegrar sus días!" - insistió Chispín, y Alejandra no dudó en decir que sí.

Debido a ello, el espíritu navideño se fue esparciendo por el barrio y todo el mundo estaba feliz. Pero, una noche, Alejandra se dio cuenta que había olvidado hacer su tarea.

"Chispín, me siento mal. No quiero que mi maestra piense que no me esfuerzo. ¿Qué hago?" - dijo preocupada.

"No te preocupes. Si de verdad quieres aprender, puedes resolverlo con esfuerzo. La magia está en ti, Alejandra." - le respondió el elfo.

Alejandra se sintió inspirada, se sentó y comenzó a trabajar en su tarea. Cuando finalmente terminó, se sintió muy orgullosa de sí misma.

"¡Gracias, Chispín!" - dijo con una gran sonrisa. "Aprendí que la verdadera magia está en el esfuerzo."

"Así es, Alejandra. Es esencial trabajar y ser perseverante. ¡Lo estás haciendo genial!" - elfo la aplaudió.

Finalmente, el 24 de diciembre llegó, y con el corazón un poco apesadumbrado, Alejandra entendió que Chispín debía irse.

"Voy a extrañarte, Chispín. Gracias por todo lo que hiciste por mí." - le dijo.

"Yo también te extrañaré, pero cada vez que hagas algo bueno por los demás, estaré ahí contigo. La magia de la Navidad siempre reside en ti" - respondió Chispín.

Y así, Chispín voló hacia el norte, dejando un rastro de chispas en el aire. Alejandra se quedó mirando al cielo, sintiendo que había aprendido algo muy valioso.

Desde entonces, Alejandra siempre recordó la magia de la navidad, no solo por los regalos, sino por la alegría de dar y ayudar a los demás. Y, con una sonrisa, comenzó a preparar la próxima Navidad, lista para seguir compartiendo su amor y bondad con el mundo.

FIN.

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