Elian y la Aventura en la Montaña Mágica
En un rincón apartado del mundo, en lo alto de una montaña mágica, vivía un niño llamado Elian. Cada día, su curiosidad lo llevaba a explorar los alrededores de su hogar. Sin embargo, había un lugar que siempre evitaba: un misterioso pozo que parecía susurrar secretos a quienes se acercaban.
Un día, movido por su inquietud, Elian decidió acercarse al pozo. De repente, vio algo asomarse. Era la temida María Engancha, una criatura que, con su enorme gancho, atrapaba a los niños imprudentes que se acercaban demasiado.
"¡Eh, vos! ¡No te acerques!", gritó Elian.
"¿Y por qué no? ¡El fondo del pozo es un lugar divertido!", respondió María Engancha con una voz melodiosa pero engañosa.
"No es divertido, ¡es peligroso!", insistió Elian, recordando a su amigo Tomi, quien había desaparecido en ese pozo una semana atrás.
María Engancha se enfadó. Con un movimiento rápido, lanzó su gancho hacia Elian, quien, ágilmente, saltó y se alejó. Con el corazón latiendo rápido, Elian decidió que debía liberar a Tomi y a otros niños que podrían estar atrapados en el pozo.
Sin embargo, pronto se dio cuenta de que la montaña tenía más sorpresas. Al girar en un camino, se encontró con un grupo de dinosaurios, que lo miraban curiosos. Eran grandes y temibles, pero al ver a Elian, comenzaron a acercarse amistosamente.
"¡Hola! Soy Bronto, el brontosaurio. ¿Y vos quién sos?", preguntó uno de ellos.
"Soy Elian. ¿Qué hacen aquí tan lejos de casa?", respondió el niño.
"Estamos buscando un camino seguro para ir al Lago de las Estrellas. Pero es peligroso, los caminos están llenos de piedras sueltas y trampas", explicó Bronto.
Elian, enternecido por la situación, decidió ayudar a los dinosaurios. Juntos, se pusieron a construir un camino seguro con piedras y ramas. Sin embargo, en medio de su tarea, un grito resonó en la montaña. Era una voz familiar: ¡Tomi!"¡Elian! ¡Ayúdame! Estoy en el fondo del pozo!", gritó Tomi.
Sin pensarlo dos veces, Elian se dirigió hacia el pozo, seguido por Bronto y los otros dinosaurios. Cuando llegaron, María Engancha estaba al acecho.
"¡No pueden llevarse a su amigo!", rugió ella.
Pero Elian, valiente, se plantó frente a la criatura.
"Si no lo liberas, ¡te desafío a una carrera en la montaña!", propuso.
María Engancha, intrigada por el desafío, aceptó de inmediato.
"¡De acuerdo, pero si ganas, liberarás a los niños atrapados!", contestó.
Ambos se posicionaron. Elian sabía que no podía dejarse ganar. Mientras corrían, usó su inteligencia para encontrar los caminos más rápidos y seguros, ayudado por los dinosaurios que lo guiaban. Cuando todo parecía perdido, un pequeño empujón de Bronto lo hizo acelerar, y finalmente, cruzó la meta antes que María Engancha.
"¡Victoria! ¡Prometiste liberar a los niños!", exclamó Elian mientras sonreía.
María Engancha, sorprendida por la valentía de Elian, accedió con un suspiro.
"Está bien, está bien. Te admiro, pequeño. Podés llevarte a Tomi y a los demás. Pero, ¿me dejarás ser su amiga?", preguntó tímidamente.
Elian, con su corazón bondadoso, asintió.
"Claro, pero solo si prometes que no volverás a usar tu gancho en los niños. Recuerda, la amistad es más importante que atrapar a otros."
María Engancha sonrió, liberó a Tomi y a todos los niños que había atrapado, y juntos, se hicieron amigos. A partir de ese día, Elian, Tomi, los dinosaurios y María Engancha unieron sus fuerzas, creando un camino seguro hacia el lago de las estrellas, donde todos podían jugar.
Y así, Elian aprendió que la valentía, la amistad y la creatividad pueden enfrentar cualquier desafío, incluso a una criatura que parecía aterradora al principio. La montaña mágica se convirtió en un lugar de aventuras, risas y recuerdos, donde la diversión nunca se detenía.
FIN.