Eliot y el Perro Volador



Era un día soleado en el mágico colegio de Hogwarts, y los estudiantes estaban emocionados por el inicio del torneo anual de vuelo en escoba. Entre ellos, se encontraba Eliot, un joven mago muy curioso y un poco torpe. A diferencia de la mayoría, Eliot no tenía escoba. Pero tenía un amigo muy especial: un perrito llamado Rufus, un pequeño chihuahua que siempre lo acompañaba en sus aventuras.

Un día, mientras Eliot caminaba por los terrenos del colegio, escuchó un fuerte ruido proveniente del bosque. Al acercarse, vio algo que le dejó sin aliento: ¡era un pequeño dragón atrapado en una trampa!"¡Oh, no! ¡Pobre dragón!" - exclamó Eliot.

Rufus empezó a ladrar, como si entendiera la gravedad de la situación. Eliot no podía dejar al dragón allí, así que se armó de valor.

"Vamos, Rufus, tenemos que ayudarlo" - dijo Eliot, decidido.

Con la ayuda de su varita, Eliot logró liberar al dragón, que al principio se mostró asustado. Pero luego, al notar que Eliot no quería hacerle daño, se relaxó.

"Gracias, pequeño mago" - dijo el dragón, con una voz suave.

Eliot se sorprendió mucho, nunca había hablado con un dragón antes. Y entonces, el dragón añadió:

"Soy Draco, y estoy buscando un lugar donde pueda vivir en paz."

Eliot pensó por un momento. Sabía que tener un dragón cerca podría ser complicado, pero también era una gran oportunidad de amistad.

"Podés quedarte en Hogwarts. Aquí hay un montón de lugares secretos donde podrías vivir sin que nadie te moleste" - sugirió Eliot, animado.

Draco sonrió, y sus ojos brillaron con gratitud. Sin embargo, el tiempo se le estaba viniendo encima porque el torneo de vuelo estaba a punto de comenzar.

"¡Espera! ¡Podrías volar conmigo en mi escoba!" - exclamó Eliot, recordando que no tenía escoba propia.

"¡Eso es brillante! Pero no tenemos una escoba adecuada para dos..." - respondió Draco.

Eliot mordió su labio, sintiéndose un poco desesperado. Justo en ese momento, Rufus, su fiel amigo, comenzó a ladrar. Eliot miró a su alrededor y tuvo una idea.

"¿Y si creamos una escoba mágica especial?" - propuso Eliot.

"¿De verdad?" - preguntó Draco, emocionado.

"Sí, ¡podemos usar cosas del bosque! Mira, hay ramas fuertes y hojas grandes. ¡Vamos a buscar!"

Así que los tres amigos se pusieron manos a la obra. Juntos, recogieron ramas lo suficientemente fuertes para hacer el mango y hojas que sirvieron como un gran ala. Trabajaron en equipo, cada uno aportando sus habilidades. Mientras tanto, el tiempo iba pasando, ¡pero la diversión los mantuvo enfocados!

Finalmente, después de mucho esfuerzo y risas, lograron crear una escoba mágica que, aunque un poco torpe, brillaba con un color verde azulado.

"¡Está lista!" - dijo Eliot con una gran sonrisa.

"¡Subite!" - animó Draco.

Eliot se subió y con un movimiento de su varita, la escoba comenzó a volar.

"¡Esto es increíble! ¡Vamos, Rufus!" - gritó Eliot mientras volaba junto a Draco.

Rufus hizo un pequeño salto y se acomodó en el regazo de Eliot, disfrutando del viento en su cara.

Juntos volaron alto, realizando acrobacias y alcanzando todos los rincones del cuartel en los cielos de Hogwarts. Así fue como se hizo la gran hazaña: ¡un dragón, un chico sin escoba y un perrito volador que se convirtió en la sensación del torneo!

El cuidado y la amistad que se formaron entre ellos fue una gran lección: sin importar las diferencias, todos podían trabajar juntos y alcanzar cosas increíbles. Al final del día, Eliot se enfrentó a los otros competidores con su nuevo amigo Draco. Aunque no ganaron el primer lugar, sí ganaron el premio a la mejor pareja.

"Gracias por esta aventura, Eliot. Nunca imaginé que tendría un amigo como vos... y un perrito tan valiente como Rufus." - dijo Draco al final del día.

"No, ¡gracias a vos! Juntos podemos lograr lo que sea" - respondió Eliot, sintiendo el calor de una verdadera amistad.

Desde ese día, los tres se convirtieron en los mejores amigos, creando aventuras por todo Hogwarts y aprendiendo a valorar la importancia del trabajo en equipo y la amistad. Así, Eliott, el perro Rufus y el dragón Draco demostraron que los límites están solo en nuestras cabezas y que, juntos, pueden volar.

Y así fue como un simple chicuahueño y un dragón se convirtieron en los héroes de su propia historia mágica.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!