Elisa, la guardiana de los seres del bosque


Había una vez una niña llamada Elisa que vivía en un pequeño pueblo rodeado de un hermoso bosque. A Elisa le encantaba pasar tiempo al aire libre, explorando la naturaleza y descubriendo nuevos tesoros escondidos entre los árboles.

Un día soleado, Elisa decidió aventurarse más profundo en el bosque. Mientras caminaba, sintió una suave brisa acariciar su rostro y escuchó el dulce canto de los pájaros.

Se detuvo a observarlos y quedó maravillada por sus colores brillantes y sus melodías alegres. De repente, el viento comenzó a soplar con fuerza y los pajaritos se asustaron volando en todas direcciones. Elisa se preocupó por ellos y decidió ayudarlos a encontrar refugio.

Corrió detrás de ellos mientras intentaba calmarlos diciendo: "-No teman pajaritos, yo los protegeré". Al seguir corriendo, Elisa llegó a un claro donde encontró un nido abandonado en el suelo.

Sin pensarlo dos veces, lo recogió con cuidado y decidió llevárselo a casa para protegerlo del viento fuerte. Cuando llegó a casa, colocó el nido en una caja cubierta con hojas secas para hacerlo sentir cómodo y seguro.

Luego buscó algunos trozos de tela para construirle un techo protector que lo resguardara de las inclemencias del clima. Elisa sabía que los pajaritos necesitaban comida también, así que salió nuevamente al bosque en busca de semillas y frutas. Recogió todo lo que encontró y llenó el nido con estas delicias naturales.

Los días pasaron y Elisa cuidaba diligentemente del nido, asegurándose de que estuviera limpio y protegido. Los pajaritos comenzaron a confiar en ella y se acercaban cada vez más, dejando que los acariciara suavemente con sus dedos.

Un día, mientras Elisa observaba a los pajaritos jugar en su jardín, notó algo especial: uno de ellos era diferente a los demás. Tenía plumas doradas brillantes y un canto melodioso que llenaba el aire. Se llamaba Lunita.

Lunita se había separado de su familia durante la tormenta y no sabía cómo volver a casa. Pero gracias al amoroso cuidado de Elisa, pudo encontrar un refugio seguro y aprender a volar por sí misma.

Elisa estaba feliz al ver cómo Lunita crecía fuerte y sana. Juntas, exploraban el bosque todos los días, compartiendo risas e historias bajo la sombra de los árboles. Poco a poco, otros pájaros comenzaron a llegar al jardín de Elisa en busca de ayuda.

Aprendieron que allí encontrarían comida, protección y cariño sin importar qué tan lejos se hubieran perdido. La fama de Elisa como "la niña amiga de los pájaros" se extendió por todo el pueblo.

La gente admiraba su bondad y dedicación hacia las pequeñas criaturas del bosque. Con el tiempo, Elisa decidió abrir una pequeña tienda donde vendía semillas para pájaros y casitas hechas con materiales reciclados. Todo lo recaudado lo donaba a organizaciones que protegían la vida silvestre.

La historia de Elisa se convirtió en un ejemplo inspirador para todos, recordándoles la importancia de cuidar y respetar a los seres vivos que comparten nuestro mundo.

Y así, Elisa, Lunita y todos los pajaritos encontraron su lugar en el bosque, donde vivieron felices y rodeados de amor para siempre.

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