Elisa, la super niña que encontró su super poder



En una colorida ciudad, vivía Elisa, una niña muy especial. Desde pequeña, Elisa siempre veía lo bueno en los demás. Sus ojos brillaban al descubrir las cualidades únicas de cada persona. Aunque muchos pensaban que era solo una niña común, Elisa sabía que su capacidad para ver lo bueno en los demás la convertía en una super niña.

Un día, en la escuela, Elisa escuchó a algunos niños hablando sobre superhéroes. Estaban fascinados con los súper poderes de volar, súper fuerza o invisibilidad. Intrigada, Elisa se preguntó si ella también tendría un super poder. Decidida a descubrirlo, se dispuso a observar detenidamente a todas las personas que conocía.

Elisa notó que su amiga Ana era increíblemente creativa y siempre encontraba soluciones ingeniosas a los problemas. Su maestra, la Sra. Marta, tenía el don de enseñar con paciencia y amor, despertando la curiosidad en sus alumnos. Incluso su vecino Don Manuel, quien siempre contaba chistes, tenía el poder de hacer reír a todos. Fue entonces que Elisa comprendió que todas las personas tienen grandes habilidades, cada una con su propio súper poder.

Emocionada por su descubrimiento, Elisa decidió utilizar su propio super poder: ver lo bueno en los demás. Comenzó a elogiar a Ana por su creatividad, agradecer a la Sra. Marta por su paciencia y reírse con Don Manuel. Pronto, las personas a su alrededor se sentían más felices y seguras, descubriendo sus propios súper poderes.

La noticia sobre una super niña que veía lo bueno en los demás se extendió por toda la ciudad. Un día, Elisa escuchó un grito de auxilio. Corrió hacia el lugar de donde provenía y vio a un gatito atrapado en un árbol. Sin dudarlo, Elisa escaló el árbol con valentía y rescató al minino, demostrando que su súper poder también incluía el coraje y la determinación.

Desde ese día, Elisa se convirtió en la heroína de la ciudad, no por sus habilidades sobrenaturales, sino por su maravilloso super poder de ver lo bueno en los demás y ayudarlos a descubrir sus propias habilidades. Y así, Elisa aprendió que la verdadera magia reside en reconocer y potenciar lo mejor de cada persona.

FIN.

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