Elmer, el Elefante de Colores



En una jungla muy lejana, vivía una manada de elefantes. Todos eran grandes, fuertes y... grises. Pero entre todos esos elefantes había uno muy especial. Se llamaba Elmer. A diferencia de los demás, Elmer tenía un hermoso pelaje multicolor que lo hacía destacar por donde pase. Su piel era toda amarilla, azul, roja y verde.

Un día, mientras jugaban bajo el sol, uno de los elefantes grises, llamado Gus, dijo: "¿Por qué Elmer es tan diferente a nosotros? Siempre estamos grises como la niebla, y él es un arcoíris".

Elmer sonrió y respondió: "Porque a veces, ser diferente es una bendición. Me gusta ser único". Sin embargo, a pesar de su alegría, sentía que los demás elefantes lo miraban con curiosidad y, a veces, con desdén.

Cierta mañana, la manada se reunió para elegir al líder de un gran desfile que harían en la jungla. Todos los animales estaban emocionados. El anciano del grupo, un elefante sabio llamado Don Tito, dijo: "Hoy se elegirá un líder. El que sea más fuerte se llevará el título".

Los elefantes comenzaron a discutir. "¡Yo soy más fuerte!" decía Goliat, el elefante más grande de todos. "¡Yo puedo correr más rápido!" decía Lucho, que siempre presumía de su velocidad.

Elmer observaba en silencio. En su interior, sentía que quizás era diferente, pero eso no lo hacía menos capaz. Entonces se le ocurrió una idea. Se acercó a sus amigos y les dijo: "¿Y si hacemos algo diferente esta vez?". La manada lo miró confundida.

"¿A qué te referís, Elmer?" preguntó la pequeña Lola, curiosa.

"Podemos elegir a nuestro líder no solo por la fuerza o velocidad, sino por el corazón y la creatividad". Los otros elefantes se miraron entre sí, pensativos.

Entonces, Elmer propuso un reto: "Hagamos una competencia donde cada uno muestre su creatividad. El que haga algo único y divertido será nuestro líder". Los elefantes comenzaron a murmurar emocionados.

La competencia se llevó a cabo al día siguiente. Goliat intentó impresionar con su tamaño, haciendo grandes esculturas de barro, pero a todos les pareció un poco aburrido. Lucho corrió a gran velocidad, creando trazos inusuales en el suelo, pero no lograba captar la atención.

"Parece que nadie ha tenido una gran idea“, dijo Gus, un poco desanimado. Pero Elmer miró a su alrededor y se sintió inspirado.

"¡Yo tengo una idea!" dijo, lleno de entusiasmo. Se puso a pintar colores en su propio cuerpo para darle a todos un toque de diversión y alegría. Mientras lo hacía, pidió a los demás que se unieran y todos comenzaron a pintarse.

Los elefantes, al principio reticentes, empezaron a divertirse y a jugar con los colores. En poco tiempo, toda la manada era un espectáculo de colores vibrantes, risas y alegría.

Cuando el desfile comenzó, no solo se veían elefantes grises, sino un mar de colores. Todos disfrutaron del desfile, pero lo más importante fue que comprendieron que la verdadera fuerza viene de ser uno mismo y ser capaz de disfrutar de la diversidad.

Al final del desfile, Don Tito se sonrió y anunció: "Hoy hemos aprendido que ser diferente es verdaderamente especial. ¡Elmer es nuestro nuevo líder!"

Elmer no podía creerlo. "Pero, ¿por qué yo?"

"Porque has demostrado que la creatividad y la alegría son tan importantes como la fuerza", dijo Don Tito. Y así, Elmer se convirtió en el excelente y colorido líder de la manada. A partir de entonces, los elefantes aprendieron a abrazar sus diferencias y a celebrar la diversidad en su comunidad.

Elmer mostró que ser diferente no solo está bien, sino que enriquece a todos. Desde ese día, la jungla ya no era solo un lugar de elefantes grises, sino un rincón lleno de colores, risas y amistad para siempre.

FIN.

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