Elmer y el Festival del Amor



se destacaba por su amabilidad y generosidad. Siempre estaba dispuesto a ayudar a sus compañeros y a hacer el bien en su comunidad. Todos lo admiraban por ser tan solidario.

Un día, Elmer se enteró de que había una familia en su vecindario que estaba pasando por momentos difíciles. La mamá había perdido su trabajo y estaban teniendo dificultades para llegar a fin de mes.

Además, los niños no tenían ropa adecuada ni juguetes con los que divertirse. Elmer decidió que tenía que hacer algo para ayudarlos. Se puso a pensar en cómo podía recolectar dinero para comprar comida y regalos para la familia necesitada.

Fue entonces cuando se le ocurrió una idea genial: organizar un festival solidario en la escuela. Elmer se acercó al director de la escuela, don Luis, y le explicó su plan. Don Luis quedó impresionado con la iniciativa del niño y aceptó apoyarlo en todo lo posible.

Juntos comenzaron a organizar el festival. El día del evento llegó y toda la escuela estaba emocionada por participar. Había juegos, música, bailes y hasta un puesto de comida donde los padres colaboraron donando alimentos caseros para vender.

La gente del barrio también se sumó al festival solidario de Elmer. Muchas personas donaron dinero e incluso algunos comerciantes ofrecieron premios para rifas o sorteos.

Al final del día, Elmer contaba el dinero recaudado junto con don Luis y ambos quedaron sorprendidos: habían logrado juntar mucho más dinero del esperado. Con ese dinero, Elmer fue directamente al supermercado junto con don Luis para comprar alimentos y regalos para la familia necesitada.

Compraron comida enlatada, productos de higiene y juguetes nuevos para los niños. Elmer estaba emocionado por poder ayudar a esa familia y ver la sonrisa en sus rostros cuando les entregaran los regalos. Pero antes de hacerlo, tenía una última sorpresa preparada.

El día siguiente, Elmer invitó a toda su clase a visitar la casa de la familia necesitada. Quería que todos pudieran compartir un momento especial juntos y demostrarles que no estaban solos.

Cuando llegaron a la casa, los niños se encontraron con una escena muy diferente a lo que imaginaban. La casa era pequeña pero estaba limpia y ordenada. Los padres recibieron a todos con una gran sonrisa y les contaron cómo habían estado trabajando duro para salir adelante.

Los niños pasaron una tarde maravillosa jugando con los juguetes nuevos, compartiendo historias y riendo juntos. Elmer se dio cuenta de que su ayuda había sido importante, pero también comprendió que el amor y el apoyo emocional eran igualmente valiosos.

Desde ese día, Elmer siguió siendo solidario con quienes lo rodeaban, pero aprendió a valorar aún más el poder del cariño y la amistad.

Supo que siempre hay algo bueno que podemos hacer por los demás, incluso sin dinero ni objetos materiales. Y así fue como Elmer se convirtió en un ejemplo para todos en su comunidad: un niño solidario capaz de cambiar vidas con su generosidad y compasión.

FIN.

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