Elva y el Bosque de los Sueños
En un pequeño pueblo, vivía una niña llamada Elva. Era una niña muy curiosa, siempre con los ojos brillantes y una sonrisa lista para descubrir el mundo que la rodeaba. Le encantaba leer cuentos sobre aventuras, animales y bosques mágicos. Sin embargo, había algo que le pesaba en el corazón: no tenía muchos amigos y en la escuela, algunos niños se burlaban de ella por su forma de ser.
Un día, después de un día duro de bullying, Elva decidió alejarse de su casa. Caminó hacia el bosque que estaba al borde del pueblo, conocido como el Bosque de los Sueños. Después de todo, en su imaginación estaba la verdadera aventura.
Mientras exploraba el bosque, encontró un claro lleno de flores de colores brillantes. "¡Qué hermoso lugar!" - exclamó con alegría. De repente, un pequeño conejo apareció entre los arbustos. Era distinto a los demás, tenía un gorro de explorador y una pequeña mochila. "Hola, soy Algodón, el explorador. ¿Quieres venir a buscar tesoros conmigo?" - dijo el conejo con una sonrisa.
Elva, sin pensarlo dos veces, asintió entusiasmada. "¡Sí!" - respondió. Los dos comenzaron a investigar por el bosque, hablando de sus sueños y de lo que les fascinaba. Algodón le contó sobre un lugar mágico, el Lago de la Amistad, donde cualquier deseo sincero que se lanzara al agua se hacía realidad.
Después de recorrer el bosque, decidieron ir al lago. Mientras caminaban, Elva le confesó a Algodón su tristeza por no tener amigos y los malos ratos que pasaba en la escuela. "A veces, me siento sola. Solo quiero que la gente me acepte tal como soy" - dijo con voz temblorosa. Algodón, con sus ojos tiernos, le contestó: "Eres especial Elva, y a veces las personas no comprenden a quienes son diferentes. Pero eso no significa que no merezcas ser feliz. Vamos a hacer un deseo en el lago. Tu valentía y curiosidad merecen ser reconocidas."
Al llegar al Lago de la Amistad, Elva cerró los ojos y deseó tener amigos que valoraran su curiosidad. Juntos lanzaron unas piedras al agua y vieron cómo se formaban ondas. De repente, una luz brillante emergió del lago y se transformó en un grupo de criaturas del bosque: hadas, pájaros y un ciervo majestuosamente hermoso.
"¡Hola, Elva!" - dijeron en coro las hadas. "Hemos escuchado tu deseo. Venimos a ayudarte a encontrar lo que buscas." - Elva se sintió emocionada y un poco temerosa. "¿Pero cómo?" - preguntó. "Con tus historias y aventuras, puedes inspirar a otros. Vamos a organizar una gran fiesta en el bosque, donde todos los del pueblo puedan venir y descubrir lo increíble que eres." - propuso el ciervo.
Elva sonrió y asintió. Utilizaron sus habilidades para organizar la fiesta, cada uno aportando algo especial: las hadas iluminaron el camino, los pájaros trajeron música, y Algodón se encargó de las meriendas. En el día de la fiesta, todo el pueblo se llenó de color. Los niños veían la alegría en Elva, y la curiosidad se apoderó de ellos.
Al final de la fiesta, un grupo de niños se acercó a ella. "Hola, Elva. Nos encantaría saber más sobre tus cuentos y tus aventuras en el bosque. ¿Puedes contarnos?" - La niña sonrió con timidez, pero luego relató una de sus historias favoritas sobre un dragón amistoso y su mejor amiga, la mariposa.
Los niños estaban cautivados y, finalmente, Elva se dio cuenta de que su curiosidad y su amor por la naturaleza eran exactamente lo que la hacía especial. "¡Gracias por invitarme a tus historias!" - dijo uno de los chicos, sonriendo. "Nos encantaría ser tus amigos." - Elva, con su corazón lleno de alegría, comprendió que no necesitaba cambiar para encajar, sino que abrirse a los demás y compartir lo que más amaba, era su verdadero camino.
A partir de ese día, Elva no solo tuvo amigos, sino también una nueva aventura cada día, descubriendo que su curiosidad era el puente que la unía a los demás, y que con un poco de valentía, incluso los momentos difíciles pueden transformarse en espacios de alegría y amistad.
FIN.