Elyria, la Ciudad de los Espejos



En un lugar lejano, había una ciudad llamada Elyria, conocida como la Ciudad de los Espejos. Era un lugar mágico donde cada esquina mostraba reflejos de cosas que no siempre eran reales. En Elyria, vivía una pequeña niña llamada Clara, que tenía un don especial: podía ver más allá de los espejos.

Un día, Clara salió a explorar la ciudad, maravillada por los brillantes reflejos que la rodeaban. Mientras caminaba, se encontró con un espejo grande y antiguo que parecía diferente al resto.

"¡Hola!", dijo una voz que provenía del espejo. Era un pequeño dragón llamado Espejín, que había quedado atrapado dentro de él desde hacía años.

"¡Ayuda! Necesito que me saques de aquí. Prometo que te llevaré a una aventura divertida por Elyria".

Clara, intrigada, respondió:

"¿Cómo puedo ayudarte?"

Espejín explicó que solo había una forma de liberarlo: debía encontrar tres espejos mágicos que otorgaban poder y libertad, y que se encontraban en diferentes lugares de la ciudad.

"¡Está bien! Te ayudaré a salir. Pero, ¿dónde están esos espejos?" preguntó Clara con emoción.

"El primero está en el Jardín de los Susurros, el segundo detrás de la Puerta del Viento y el tercero en el Lago de las Ilusiones. Pero ten cuidado; los espejos no son lo que parecen y deberás usar tu inteligencia para encontrarlos".

Clara no dudó ni un segundo y partió hacia el Jardín de los Susurros. Allí, los árboles parecían hablar, susurrándole cosas tiernas y alentadoras. Clara se acercó a un espejo en forma de flor, que reflejaba una imagen de ella misma, pero con alas de mariposa.

"¡Qué hermoso! Pero no es real", pensó Clara.

La flor-espejo le dijo:

"Si deseas el primer espejo mágico, debes contestar acertijos que se encuentran ocultos en los murmullos de los árboles".

Con paciencia, Clara escuchó y resolvió los acertijos, y así, la flor-espejo le entregó el primer espejo mágico.

Con el espejo en mano, Clara continuó hacia la Puerta del Viento, una inmensa puerta de madera que se movía con el viento mismo.

"¿Cómo la abro?", se preguntó Clara.

Recordando que a veces las cosas no eran lo que parecían, se acercó al espejo que colgaba de la puerta.

"¿Quiénes son tus amigos más cercanos?", le preguntó el espejo, reflejando imágenes de sus amigos.

"Son aquellos que siempre están a mi lado en las buenas y en las malas". Clara respondió sin dudar.

La puerta se abrió lentamente, y ahí dentro encontró un espejo brillante y dorado. Con el segundo espejo, Clara se sintió cada vez más cerca de liberar a Espejín.

Finalmente, se dirigió al Lago de las Ilusiones, donde las aguas reflejaban paisajes maravillosos. En el lago flotaba un espejo que se movía como una ola. Clara miró dentro y vio su propia imagen transformándose en diferentes versiones de ella misma.

"Esas son solo ilusiones", se dijo a sí misma. "Mi verdadero yo es fuerte y valiente". Con esa convicción, Clara tocó el espejo y, al momento, se transformó nuevamente en el reflejo que representaba su verdadero ser.

El espejo se iluminó y, rápidamente, Clara tomó el tercer espejo mágico.

Con los tres espejos en su poder, Clara regresó al antiguo espejo donde estaba Espejín.

"¡Vamos, Espejín! ¡Libertad!" le gritó Clara mientras unía los tres espejos mágicos.

Una luz resplandeciente envolvió el espejo, y, de repente, Espejín apareció frente a ella, libre.

"¡Lo lograste! ¡Eres increíble! Ahora, juntos podemos hacer de Elyria un lugar mejor, donde la realidad siempre sea más hermosa que cualquier ilusión".

Clara sonrió. La aventura no solo había liberado al dragón, sino que también le había enseñado a conocer el valor de su propia identidad y lo importante de valorar la verdad. Juntos, Clara y Espejín se convirtieron en los protectores de Elyria, enseñando a los habitantes a distinguir la ilusión de la realidad, recordándoles que, aunque los espejos pueden hacer magia, la verdadera belleza reside en ser auténtico y valiente.

Desde entonces, en la Ciudad de los Espejos, todos aprendieron a apreciar sus verdaderos reflejos, y Elyria se volvió un lugar donde la magia se encontraba en cada uno de sus corazones.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!