Embracing Diversity
Había una vez en la selva un pequeño monito llamado Simón. A diferencia de los demás monitos, él tenía el pelaje de color azul brillante. Esto lo hacía realmente especial y diferente a todos los demás.
Desde que era muy pequeño, Simón había sido objeto de burlas y maltrato por parte de los otros monitos. Siempre se reían de su color azul y lo llamaban "monito raro".
Esto entristecía mucho a Simón, quien no entendía por qué no podían aceptarlo tal como era. Un día, mientras caminaba solo por la selva, Simón se encontró con una tortuga llamada Tita.
La tortuga también se sentía diferente porque su caparazón tenía manchas rosadas en lugar del típico tono verdoso. Al ver a Simón tan triste, Tita decidió acercarse y hablar con él. "Hola, ¿estás bien?" -preguntó Tita preocupada. Simón levantó la cabeza y suspiró. "No me siento bien", respondió con tristeza.
"Todos los monitos se burlan de mí porque tengo el pelaje azul". Tita sonrió comprensivamente. "Entiendo cómo te sientes", dijo ella. "A mí también me pasa algo similar con mi caparazón". Simón miró sorprendido a Tita.
"¿De verdad? Pero tú eres tan amigable y simpática". Tita asintió. "Sí, pero eso no siempre fue así. Al principio me afectaba mucho lo que decían los demás animales sobre mis manchas rosadas. Me sentía triste e insegura".
"¿Y qué hiciste para superarlo?" -preguntó Simón, interesado. Tita sonrió de nuevo. "Aprendí a aceptarme y amarme tal como soy. Comencé a valorar mis cualidades y a rodearme de amigos que me apreciaban por mi personalidad".
Simón reflexionó sobre las palabras de Tita. Tal vez él también podría aprender a aceptarse y encontrar amigos que lo quisieran tal como era. Decidido a cambiar su actitud, Simón regresó al grupo de monitos al día siguiente.
En lugar de sentirse avergonzado por su color azul, decidió mostrarse orgulloso. Cuando los otros monitos comenzaron a burlarse, Simón les respondió con una sonrisa valiente y les dijo: "Soy un monito especial y único con mi pelaje azul brillante.
No hay otro igual en toda la selva". Los demás monitos se quedaron sorprendidos ante la seguridad e independencia de Simón. Poco a poco, empezaron a darse cuenta de que sus burlas no afectaban al pequeño monito como antes.
Un día, mientras jugaban en los árboles, uno de los monitos se cayó y se lastimó la pata. Todos los demás monitos entraron en pánico sin saber qué hacer, pero Simón rápidamente corrió hacia el herido.
"No te preocupes", le dijo Simón mientras lo ayudaba a levantarse. "Voy a llevarte donde pueda cuidarte adecuadamente". Con gran ternura y compasión, Simón ayudó al monito herido hasta llegar donde vivía su abuela Osa Mora.
La abuela Osa Mora curó las heridas del monito y le agradeció a Simón por su valentía y amabilidad. A partir de ese día, los demás monitos comenzaron a ver a Simón con nuevos ojos.
Ya no lo veían como un "monito raro", sino como un amigo valioso que siempre estaba allí para ayudar. Simón se dio cuenta de que la verdadera aceptación no venía del exterior, sino de uno mismo.
Aprendió que ser diferente era una virtud y que su color azul era algo especial que lo hacía único en la selva. Y así, con el tiempo, Simón se convirtió en el líder del grupo de monitos. Todos aprendieron a valorar las diferencias y a respetarse mutuamente.
Juntos, vivieron aventuras emocionantes y demostraron al mundo entero que la diversidad es algo hermoso y maravilloso. Fin.
FIN.