Embracing Greatness from Within


Había una vez un nene llamado Lucas que siempre había sido muy pequeño. Desde que era bebé, todos le decían —"nene"  y Lucas se acostumbró a ser el más chiquito de su clase.

Pero a medida que pasaban los años, Lucas empezó a darse cuenta de algo: él quería ser más grande. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Lucas les contó su deseo.

Todos se rieron y dijeron: "¡Pero si ya estás grande!" Pero Lucas sabía que no era cierto. Por más alto que saltara en la cama elástica o por más rápido que corriera en las carreras de la escuela, él seguía siendo el nene del grupo.

Decidido a encontrar una solución, Lucas buscó ayuda en su abuelo. El abuelo siempre tenía respuestas sabias para todo. Así que sentados juntos en el jardín, Lucas le contó sobre su problema.

El abuelo sonrió y dijo: "Lucas, lo importante no es cuánto mides o cuántos años tienes. Lo importante es cómo te sientes contigo mismo y qué haces con tu vida". Lucas frunció el ceño sin entender del todo.

Entonces el abuelo continuó: "¿Recuerdas cuando ayudaste a esa señora mayor a cruzar la calle? ¿Y cuando compartiste tus juguetes con aquel niño triste? Esas cosas hacen grande a una persona". Lucas reflexionó sobre las palabras del abuelo y decidió ponerlas en práctica.

A partir de ese momento, se propuso hacer cosas buenas cada día para demostrarle al mundo lo mucho que podía crecer en su interior. Un día, mientras caminaba por el parque, Lucas vio a un niño llorando porque había perdido su pelota.

Sin dudarlo, fue hacia él y le ofreció su propia pelota para que jugara. El niño sonrió y le agradeció. En ese momento, Lucas se sintió más grande que nunca.

Otro día, en la escuela, una compañera de clase estaba siendo víctima de burlas. Lucas decidió no quedarse callado y defendió a su amiga con valentía.

Todos se sorprendieron al ver al —"nene"  enfrentándose a los abusones, pero Lucas sabía que no importaba lo pequeño que fuera físicamente, lo importante era el coraje dentro de él. Poco a poco, las acciones bondadosas de Lucas fueron inspirando a otros niños y niñas del colegio.

Juntos formaron un grupo llamado "Los Pequeños Grandes", donde compartían ideas para hacer del mundo un lugar mejor.

Un día, cuando ya había pasado mucho tiempo desde aquel deseo inicial de ser más grande, Lucas recibió una gran sorpresa: sus amigos organizaron una fiesta en honor a todas las cosas maravillosas que había hecho por ellos y por la comunidad. Le entregaron un diploma que decía: "Lucas, eres el más grande entre nosotros". Lucas sonrió emocionado y supo en ese instante que había logrado crecer tanto como siempre deseó.

Ya no necesitaba ser alto o tener muchos años para sentirse grande; lo único necesario era tener amor en el corazón y hacer cosas buenas por los demás.

Desde aquel día, Lucas siguió siendo conocido como "el nene", pero ahora era un apodo lleno de cariño y admiración. Y aunque nunca dejó de desear ser más grande, Lucas aprendió que su tamaño no definía quién era él realmente.

Aprendió a valorarse a sí mismo y a los demás por lo que había en su interior: bondad, valentía y un espíritu generoso.

Y así, Lucas vivió felizmente el resto de sus días, inspirando a otros con su ejemplo y demostrando al mundo que no hace falta ser grande para hacer cosas grandes.

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