Emi, Jose y la Magia de la Navidad
Era un día especial en Santa Fe. Las luces brillaban en cada esquina, los árboles estaban decorados con esferas de colores y el aire olía a galletitas recién horneadas. Todo el mundo estaba feliz, excepto por unos extraños que planeaban arruinar la Navidad. Estos seres malignos, una banda de duendes traviesos, habían decidido que nadie debería celebrar. Se habían llevado todos los regalos y estaban escondidos en una cueva oscura fuera de la ciudad.
Pero Emi y Jose, dos valientes niñas, estaban listas para la aventura. Emi, de 4 años, era fuerte y decidida, y su hermanita Jose, de 2 años, la seguía con su risa contagiosa. Juntas, y con la ayuda de su leal perrita yorkshire, Maggie, formaban un gran equipo.
"Maggie, tenemos que salvar la Navidad. ¡Vamos!" - exclamó Emi mientras abría la puerta de su casa.
"¡Guau, guau!" - ladró Maggie, como si entendiera perfectamente la misión.
Las tres amigas corrieron hacia el bosque donde se decía que los duendes se escondían. En el camino, encontraron un viejo mapa que llevaba a la cueva. Con mucha emoción, decidieron seguirlo.
"Mira, Jose, aquí dice que debemos cruzar el río de las risas. ¿Y cómo lo hacemos?" - preguntó Emi.
"Saltando, Emi, saltando... ¡y también riendo!" - respondió Jose, con una sonrisa brillante.
Empezaron a saltar de piedra en piedra, riendo a carcajadas. Al llegar al medio del río, un duende apareció de repente.
"¡Alto ahí! No pueden pasar. ¡Soy el guardián del río de las risas!" - gritó el pequeño duende.
"Pero, señor duende, vamos a salvar la Navidad. ¡Así que ríete con nosotras!" - dijo Emi.
El duende dudó un momento y luego comenzó a reír. Al final, las risas de Emi, Jose y Maggie fueron tan contagiosas que el duende, al no poder resistirse, las dejó pasar.
"¡Está bien! Les dejo pasar, pero solo si me enseñan a jugar!" - dijo el duende.
"¡Claro!" - respondió Emi emocionada, y le enseñaron a jugar al escondite en el bosque, haciendo que el duende se olvidara por un momento de su maldad.
Ya al otro lado, continuaron su camino hasta encontrar la cueva. La entrada estaba oscura y tenebrosa. Sin embargo, las niñas se tomaron de las manos, y Maggie dio un ladrido decidido.
"Juntas podemos hacer cualquier cosa, ¿verdad?" - dijo Emi.
"¡Sí! ¡Fuerza y amor!" - respondió Jose, levantando el puño en señal de valentía.
Entraron a la cueva y encontraron a los duendes trabajando en un gran tonto mecanismo para destruir todos los adornos de Navidad.
"¡Alto! ¡No lo hagan!" - gritó Emi.
Los duendes se dieron vuelta sorprendidos.
"¿Quiénes son ustedes para desafiarnos?" - dijo el líder de los duendes.
"¡Somos Emi, Jose y Maggie! Venimos a devolver la alegría de la Navidad. Con amor y magia lo lograremos!" - declaró Emi, con una mirada decidida.
Los duendes comenzaron a reírse burlonamente, pero entonces, algo mágico sucedió. Emi y Jose comenzaron a cantar una canción de Navidad que llenó la cueva con una luz brillante y calidez.
"¡Esto no puede ser! ¡Su amor es demasiado fuerte! ¡No podemos resistir!" - gritó otro duende mientras se cubría los ojos.
"¡Tenemos que parar esto! ¡La Navidad no es solo de regalos, es sobre estar juntos!" - dijo Emi.
"Así es, ¡el amor no se puede robar!" - agregó Jose, haciendo un gesto con sus manos hacia los duendes.
Los duendes comenzaron a entender y, poco a poco, la maldad desapareció de sus corazones. En un instante, en lugar de sustraer la alegría, comenzaron a ayudar.
"¡Lo sentimos! ¡Queremos ayudarles a salvar la Navidad!" - dijeron.
Así, todos juntos (las tres amigas y los duendes) comenzaron a empacar los regalos y decoraciones que habían robado. Colocaron velas, galletitas y todo lo necesario para llenar cada casa de magia navideña.
"¡Gracias, amigos duendes! ¡Ahora sí tenemos una Navidad increíble!" - gritó Emi.
"¡Sí, gracias!" - añadió Jose mientras abrazaba a Maggie.
Finalmente, llegaron las fiestas y Santa Fe brilló más que nunca. La alegría retornó a cada hogar, y desde entonces, la alianza de las niñas y los duendes se volvió legendaria. Todos aprendieron que el amor siempre triunfa sobre la maldad y que la verdadera magia de la Navidad está en compartir momentos especiales con aquellos que queremos.
Y así, en la noche de Navidad, todos en Santa Fe celebraron juntos, llenos de amor, risas y magia, gracias a Emi, Jose y su amiguita Maggie que habían demostrado que hasta la más pequeña de las infinitas sonrisas puede cambiar el mundo.
FIN.