Emi y el ala rota



Había una vez una niña llamada Emi, quien siempre se despertaba con una gran sonrisa en su rostro.

Cada mañana, se sentaba a desayunar con mamá y papá, quienes le preparaban su comida favorita: pan tostado con mermelada de frutas frescas. Después del desayuno, Emi se ponía su uniforme escolar y salía corriendo al jardín. Allí la esperaban sus amorosos seños y amigos para jugar y aprender juntos.

A Emi le encantaba aprender sobre el mundo que la rodeaba, descubrir nuevas palabras y resolver problemas matemáticos. En el jardín, había un rincón especial donde los niños podían plantar flores y cuidarlas durante todo el año. Emi tenía su propia maceta donde cultivaba hermosas margaritas blancas.

Ella las regaba todos los días con mucho amor y paciencia, esperando ansiosa a que crecieran. Un día soleado mientras jugaban en el patio del jardín, Emi encontró una mariposa herida.

La pobre mariposa no podía volar debido a que tenía un ala rota. Sin pensarlo dos veces, Emi decidió llevarla al salón de clases para mostrarle a sus amigos lo que había encontrado. "¡Miren chicos! ¡Encontré una mariposa herida! Vamos a ayudarla", exclamó emocionada Emi.

Todos los niños se acercaron curiosos para observarla detenidamente. Juntos buscaron materiales para construirle un pequeño refugio dentro de una caja de cartón llena de hojas frescas y flores coloridas.

Emi se encargó de alimentarla con néctar y cuidarla todos los días. Con el paso del tiempo, la mariposa comenzó a recuperarse lentamente. Un día soleado, cuando Emi abrió la caja para revisarla, la mariposa salió volando felizmente por el salón de clases.

Todos los niños aplaudieron emocionados al ver cómo había sanado y podía volar libremente otra vez.

Emi se sintió muy orgullosa de haber ayudado a la mariposa y aprendió una valiosa lección: que siempre es importante ayudar a los demás, incluso cuando son pequeñas criaturas como una mariposa herida. Al regresar a casa, Emi jugaba con mamá y papá en el jardín trasero. Juntos construían castillos de arena, hacían carreras y reían sin parar.

Después de un día lleno de diversión, llegaba la hora favorita de Emi: leer cuentos antes de irse a dormir. Mamá elegía un cuento especial cada noche y papá les daba vida con su voz llena de entusiasmo.

Emi imaginaba aventuras mágicas mientras escuchaba atentamente las historias antes de cerrar sus ojitos cansados. Una noche, mientras leían sobre un valiente caballero que rescató a una princesa en apuros, Emi decidió que ella también quería ser valiente como él.

Se prometió a sí misma enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino. Y así fue como Emi se iba a dormir todas las noches: feliz, contenta y sin llorar. Sabía que al descansar, recargaría energías para volver a jugar y aprender al salir el sol.

Desde aquel día en el jardín, Emi se convirtió en una niña llena de valentía y bondad. Siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás y nunca se rendía frente a las dificultades.

Su historia inspiró a todos los niños del jardín, quienes aprendieron la importancia de cuidar de los demás y ser valientes en cada momento de sus vidas.

Y así, la historia de Emi continuó llena de aventuras emocionantes, amistades entrañables y lecciones valiosas que la acompañaron durante toda su vida.

FIN.

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