Emilia y el Mundo de los Libros
Emilia Mernes era una chica tranquila y curiosa, conocida en su barrio por su gran amor por la lectura. Un día, mientras exploraba su biblioteca personal, encontró un libro muy especial titulado "El Jardín de los Sueños". Desde que lo abrió, se sumergió en sus páginas y no pudo resistir la tentación de leerlo hasta el final.
Cada vez que pasaba las páginas, el mundo de su alrededor comenzaba a desvanecerse. Los personajes del libro tomaban vida, y Emilia se sentía como si estuviera en el jardín descrito en la historia, donde todo era magia y color.
De repente, escuchó una voz dulce que decía: "¡Hola, Emilia!". Era una mariposa mágica que volaba a su lado.
"¿Quién eres?" - preguntó Emilia, sin poder creer lo que veía.
"Soy Lila, la guardiana del Jardín de los Sueños. He estado esperando a alguien como vos para que me ayude a resolver un problema".
Sorprendida, Emilia se acomodó mejor en su sillón y dejó que Lila continuara.
"El jardín ha perdido su magia debido a que los habitantes ya no creen en los sueños. Si no hacemos algo, desaparecerá por completo".
Emilia, que siempre había creído en los sueños y la magia, sintió que era su momento de actuar.
"¿Y cómo puedo ayudar?" - preguntó.
"Necesitamos convencer a los habitantes de que los sueños son importantes. Si lográs reunir a todos y les enseñas el poder de sus sueños, la magia regresará".
Con determinación, Emilia aceptó el desafío. Con un parpadeo de Lila, Emilia se encontró en medio del jardín. Todo era brillante y hermoso, pero también se notaba una sombra de tristeza entre los árboles y las flores.
"Hola a todos, soy Emilia y vengo a ayudar" - dijo con voz clara.
Los habitantes del jardín, que eran seres de diferentes colores y formas, la miraron con curiosidad.
"Nosotros no creemos en los sueños. ¿Por qué debería importarnos?" - dijo un duende con aspecto melancólico.
Emilia sonrió y pensó que debía mostrarles la belleza de los sueños. Así que propuso un concurso de sueños.
"Cada uno de nosotros compartirá un sueño que desee. Aquellos que lo cuenten con más pasión harán que el jardín recupere su magia".
Los habitantes comenzaron a mirarse unos a otros, emocionados ante la idea. Uno a uno, comenzaron a compartir sus sueños. La mariposa Lila aplaudía mientras la energía del jardín empezaba a revitalizarse. Un pez de colores brillantes soñaba con danzar en un río de estrellas, una abeja anhelaba viajar a lugares lejanos, y un árbol antiguo deseaba ser un refugio para todos.
Emilia escuchó atenta, sonriendo ante la alegría que comenzaba a brotar en el jardín.
Finalmente, llegó el turno del duende triste. Miró hacia el suelo y empezó a hablar en voz baja.
"Yo solía soñar con ser el mejor jardinero de todos, pero perdí la esperanza hace mucho".
Emilia se acercó y le dijo suavemente:
"Nunca es tarde para soñar. Tus sueños importan y pueden hacer la diferencia".
Con esas palabras, el duende sintió que su corazón se iluminaba, y comenzó a hablar de su sueño con más pasión.
"Quiero hacer florecer el jardín más hermoso..." - su voz resonó, llena de emoción.
Fue entonces que el jardín vibró, llenándose de luces y colores. Los árboles comenzaron a florecer, las flores brotaron bajo sus pies, y los brillantes arcos de luz danzaron entorno a ellos.
"¡Lo lograste, Emilia!" - exclamó Lila, sus alas relucían con la magia del jardín.
Justo en ese instante, Emilia sintió un fuerte tirón en su cuerpo y tuvo que cerrar los ojos para luego abrirlos en su sala, el libro todavía en sus manos.
"Fue maravilloso, Lila" - suspiró Emilia, deseando seguir ayudando.
De repente, una hermosa mariposa azul se posó en su ventana.
"Siempre llevaré la magia en mi corazón, y los sueños son más que solo palabras. ¡Recuerda siempre que puedes transformar tu mundo soñando!" - dijo Lila con una sonrisa.
Y así, con el corazón lleno de nuevas ideas, Emilia salió de su casa, dispuesta a compartir la magia de los sueños con sus amigos. Desde entonces, cada vez que leía un libro, sabía que los sueños tenían el poder de transformar no solo un jardín mágico, sino también su propio mundo.
Y cada persona que conocía, al escuchar su historia, comenzó a creer de nuevo en la fuerza de sus sueños.
FIN.